Examinaba cuidadosamente el objeto que la mujer me había entregado. Era un... El objeto era un espejo o al menos una parte. No entendía cómo eso iba a poder ayudarme a localizarla pero preferí no saberlo en esos momentos.
Me sentía mal cada vez que tenía a Alaric cerca porque sentía que lo estaba traicionando.
— ¿Qué debo hacer? — Murmuré con frustración.
Me mantuve dándole vueltas al pedazo de espejo durante largos minutos mientras mi cabeza estaba en otra parte. Cuando me cansé de pensar demasiado en las cosas lo oculté en un lugar relativamente seguro y me dejé caer de espaldas a la cama.
Estaba agotada y aún no hacía nada.
Mis parpados fueron cayendo con lentitud y aunque luché para no dormirme, al final fue en vano.
— ¿Hola? — Pregunté a la nada.
El lugar estaba oscuro y me costaba caminar sin tropezar. No sabía en dónde me encontraba, solo podía escuchar un par de gotas cayendo al suelo.
— ¿Hola? — Volví a preguntar cuando comencé a escuchar murmullos.
Estaba asustada pero aquello pasó a segundo lugar cuando una iluminación apareció de la nada y a la distancia. Sin saber muy bien por qué mis piernas fueron avanzando hacia ese lugar.
— ¿Mamá? — Susurré cuando mis ojos vieron un cabello de color naranja. — Mami...
Me acerqué rápidamente hacia ella y le di la vuelta.
— ¡Mamá! — Mis manos se mancharon de rojo carmín cuando cubrí su herida con mis manos. — Resiste mamá, por favor. — Mi voz estaba quebrada y mis ojos inundados en lágrimas pero eso no evitó que pudiera ver cómo caían cosas desde arriba.
Cerré los ojos con fuerza mientras acunaba el cuerpo inerte de mi madre. Poco después volvió a caer algo desde arriba, en esa ocasión cayendo a mi lado.
— ¡Papá! — Grité presa del horror.
Estaba abierto en canal, papá estaba abierto a la mitad...
— No, no es real. No es real. — Llevé mis manos a mis orejas para cubrirlas, intentando que aquellos murmullos se callaran. — No es cierto, no es cierto.
— Lo...— Susurró una voz rasposa a mis espaldas. — Es...— Mis ojos fueron abiertos con bestialidad y frente a mí apareció el cuerpo desmembrado de Archie.
Arch...
No podía gritar, ni siquiera era capaz de moverme. Únicamente había podido abrir la boca pero de ésta no salía nada, era como si estuviera gritando en silencio.
— Tú serás la siguiente. — Unas garras enormes arañaron mi cara y lastimaron mis ojos.
No podía ver nada, solo podía guiarme por la audición y había tantos sonidos que no era capaz de huir sin caer o seguir siendo herida.
— ¡Ayuda! — Grité con todas mis fuerzas. — ¡Ayúdenme! — Pateaba y golpeaba pero no era capaz de quitarme de encima a esa cosa.
— Tha...— Una voz distorsionada se escuchó como un eco distante.
— ¡Ayúdenme! — Continué gritando.
— ¡Tha...! — Cada vez se escuchaba más alejada.
— ¡Aléjate de mí! — Grité con todas mis fuerzas mientras sentía cómo devoraba mi piel.
— ... Pesadi... — Escuché en un susurro.
— Thabita. — La voz de mi madre llegó a mí como un respiro. — Deja de luchar... Te estamos esperando.
— Mamá. — Balbuceé.
— Despierte. — Fue una orden clara y directa, una que mi cuerpo obedeció.
Mis ojos se abrieron con exageración y sabía que estaban moviéndose hacia todas partes aunque no era capaz de ver nada. Durante un par de segundo creí que había perdido la vista pero poco después aparecieron puntos de colores y se fueron formando rostros conocidos.
— Alaric...— Susurré cuando pude verlo en su totalidad.
Rápidamente envolví mis brazos alrededor de su cuello, aferrándome a él como si se tratara de mi soporte.
— Fue una pesadilla. — Sus manos lentamente fueron apegándome a él y acariciando mi cabello con suavidad.
— Mi familia...— Balbuceé entre lágrimas. — Archie... Ella los mató, ella los mató.
— Rey, hay que protegerla. — Habló una voz que reconocí como la de Einar.
— Ella los mató...— Susurré, siendo apretujada por él.
Desde esa noche no quería dormir. Me había mantenido ocupada, ya fuera revisando cosas del reino o practicando mi puntería con el arco. Cuando sentía que el sueño me abrazada iba y me lavaba la cara e incluso el cuerpo con agua helada. Así llevaba lo que parecían ser días e iba a seguir así hasta que colapsara.
Einar no se alejaba de mí en ningún momento y cuando se encontraba cansado lo reemplazaba Gilderoy e incluso hasta el propio rey.
Las ojeras bajo mis ojos debían ser espantosas y ni hablar de mis ojos rojos. Sin duda alguna me encontraba en mi peor momento pero ni siquiera así me detenía.
Había comenzado a luchar cuerpo a cuerpo con los soldados, a todas horas practicaba tiro al blanco y había añadido un elemento especial a mis flechas.
Fuego.
Al principio la llama no duraba nada pero luego de haber estado probando con diferentes cosas, logré que no se extinguiera el fuego sin importar la distancia que recorriera.
— Debería descansar. — Sugirió el conde de Sdon, quien se encontraba unos pasos detrás de mí.
— Estoy bien. — Murmuré robóticamente mientras daba justo en el centro del saco que utilizaba para practicar.
Le había pintado un par de líneas que contaban como puntos. Las puntuaciones comenzaban desde dos puntos hasta llegar al diez, o sea al centro del saco.
— Princesa...— Negué lentamente.
Estaba por disparar nuevamente al centro, lo tenía justo en la mira cuando una mano bajó mi arco.
— El conde le ha dicho que debería descansar. — Alaric, siempre era él.
Desde la pesadilla parecía que habíamos intercambiado papeles. En ese momento era yo quien huía y caminaba de un lado a otro mientras que era él quien me perseguía.
— No estoy cansada. — Sus ojos se entrecerraron con desconfianza.
— Luce indispuesta. — Murmuró, observando mi rostro con detenimiento.
— Gracias por el halago. — Volví a alzar el arco y disparé, dando en el blanco.
— Debe descansar si desea luchar. — Giré mi cabeza hacia él. — No irá si se encuentra agotada.
— ¿Irá a luchar? — Asintió levemente, dirigiéndole una mirada al conde para que se marchara.
— Lucharemos contra Prifac. — Volvió a bajar mi arco. — Recuerdo haber escuchado de usted que sus cercanos habían sufrido a manos de Prifac, debería vengarlos...
Una luz deslumbrante comenzó a parpadear en mi cabeza. Era un buen momento, sobre todo para vengar a Arch, Delora y a mis sobrinos. Sí, no iba a desperdiciar esa oportunidad que me estaba dando.
— Necesito flechas, éstas no son suficientes. — Su comisura izquierda se elevó con lentitud.
— Ordenaré que hagan más para usted. — Aseguró.
Cuando volví a levantar el arco para continuar practicando, no colocó su mano sobre éste. Alaric se quedó a mi lado sin decir ni hacer nada, solo observando cada vez que daba en el blanco e iba a buscar las flechas.
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Flecha de Fuego© EE #6
Fantasía💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe la copia o adaptación.💫 •Sexto libro de la saga EE.• •Es necesario leer todos los libros para comprender lo que sucede en la historia y conocer a los personasjes.• Aquellas tierra...