🏹13🗡️

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Me dolía el cuerpo y ni siquiera era capaz de moverme sin que quisiera morir. Estaba consciente pero abrir los ojos me era imposible.

Si mi papá me viera...

Era débil. Tan jodidamente débil que si papá hubiera estado ahí se habría avergonzado de mí.

Podía sentir las lágrimas acumulándose en mis ojos pero más allá de eso no era capaz hacer nada.

Era una maldita inútil.

Con una opresión horrible en el pecho volví a sentir que me adormecía y luego todo volvió oscuro y silencioso.

No supe la hora que era y mucho menos el día pero mis ojos se abrieron después de un descanso que pareció ser más largo de lo que imaginaba. Todo estaba en silencio así que con cuidado de no lastimarme más la espalda, me puse de pie y me vestí con esas vestimentas de época.

Con lentitud salí de la misma habitación en la que había despertado anteriormente y recorrí el camino que había tomado junto a las mujeres, solo que me desvié al lugar de donde provenían voces ahogadas. Arrastraba mis pies para no ser escuchada y me movía cerca de las paredes para no ser vista, igual que una espía.

Cuando llegué pude ver que era una especie de sala de tronos y de inmediato mi corazón se encogió. En algún punto mis padres se habían sentado allí y habían tomado decisiones que para bien o para mal, afectarían al pueblo.

— Conde, debería tener cuidado. — Le advirtió el hombre que se encontraba sentado en el lugar de mi padre.

— He visto lo que la bruja puede causar. — Einar alzó la voz. — Usted no...

Solo un par de segundos, solo eso había mirado en mi dirección. Muchos ni siquiera me hubieran visto pero muchos ni siquiera me hubieran visto pero él sí.

— Alteza. — Saludó en mi dirección.

Los ojos entrecerrados del rey me degollaban por mi intromisión pero al conde no parecía importarle. Dejando a un lado la conversación que tenía con el rey, el conde de Sdon colocó una de sus rodillas en el suelo y me reverenció.

Me... A mí...

— No, no haga eso. — Avancé lo más rápido que pude, lo sujeté de los brazos y lo obligué a ponerse de pie.

— Alteza, usted que conoce mi nombre y viaja del futuro, encuentre en mí un fiel aliado. — Besó castamente mi nudillo antes de hacer una corta reverencia. — ¿Puedo saber cuál es el nombre que lleva la legítima heredera del trono?

— Thabita de Edevane. — No me sentía muy cómoda, no estaba acostumbrada a hablar con un Einar mucho mayor que yo y que estuviera tratándome así.

— Mi lealtad y la de mi pueblo le pertenecen, Thabita de Edevane. — El carraspeo del rey lo molestó. — Debería mostrar respeto a la mujer que podría quitarle el trono, rey. También debería cortarse las manos por haber azotado a un miembro de la familia real.

— ¿Cómo está seguro de ello? — Le preguntó a Einar. — ¿Cómo sabe que esta mujer es hija del rey Malek?

— He conocido a muchos viajeros, rey. Uno de ellos fue mi madre, quien gracias a los viajeros sé que continúa con vida en sus tiempos. Usted no lo entenderá pero la llegada de la princesa Thabita tiene un propósito y no voy a permitir que usted ponga en peligro su vida y la del resto. — Ese conde era un temerario, me agradaba.

— ¿Va a ir en contra de Britmongh? — El rey se puso de pie y comenzó a acercarse a nosotros con lentitud.

— Iré en contra de todo lo que sea un peligro para nuestra salvación. — Me coloqué entre Einar y el rey, evitando que éste último pudiera hacerle algo al conde.

— Esta mujer...— Me tomó del mentón y movió mi cabeza de un lado, examinando mi rostro. — Podría ser una espía de Prifac o Vurshka, incluso de Vielnatt.

— Confíe en mi palabra, no lo es. — Einar me alejó de las garras de ese hombre pero su mirada continuó estando sobre mí.

— Si nos traiciona, les cortaré la cabeza a ambos. — Aseguró, zanjando la conversación.

— Quiero mi arco, mis fechas y todo lo que me pertenece. — Lo poco que había caminado de vuelta pareció nada cuando se giró hacia mía.

¿Había mencionado que tenía unos ojos de color verde que lo hacían ver más frío y cruel?

Bueno, los tenía y esos mismos ojos me estaban degollando.

— ¿Algo más que desee su alteza? — Por su tono de voz era evidente que no le agradaba tener que dar su brazo a torcer aunque fuer aun poco.

— No voy a alimentarme de las sobras que lance al suelo. — Su comisura izquierda se elevó con fastidio.

— ¿Qué? — Einar se escuchaba ofendido.

— Veremos. — Masculló entre dientes.

Su imponente figura desapareció por donde yo había entrado, dejando en aquel salón un tenso silencio. Ninguno de los dos dijo nada más, él me escoltó a mi aposento y de allí cada cual se mantuvo en sus cosas. Cuando cerré la puerta y me giré hacia la cama pude ver que allí se encontraban mis cosas.

No faltaba nada, ni una sola flecha.

— Al menos. — Susurré mientras pasaba los dedos por el arco. — Los extraño mucho...

Dejarlos atrás era un consto muy alto pero si así podía ayudar a miles de personas y a salvaguardar las tierras que habían visto nacer y crecer a mi padre, entonces lo haría una y mil veces. Iba a ser un camino duro, lleno de sufrimiento y posiblemente mi salud mental terminara haciéndose añicos pero no iba a irme de allí sin lograr mi cometido.

— Voy a volverme fuerte, papá. — Continué susurrando en la soledad de la habitación. — Te demostraré que no perdiste el tiempo al entrenarme y dejarme venir hasta aquí.

Me dejé caer sobre la cama aún con el arco entre mis manos y lo acerqué a mi pecho, abrazándome a él como si se tratara de mis padres.

— Vamos a extirpar el mal de raíz. — Susurré por última vez.

Me mantuve durante bastante tiempo mirando al techo y con la mente en blanco. Necesitaba un segundo, solo eso para poder cargar mis energías y dar lo mejor de mí. 

Flecha de Fuego© EE #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora