7.- EL castillo real

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El rey esperaba la llegada de Abeul para la segunda mañana, pero antes que todo eso ocurriera, los soldados del reino entraron en discusión en especial Richard y Tarikan.

Los hombres de cada uno llenaron el salón hasta dejar solo un camino hacia el trono donde estaba el rey Gerald. A pesar de la advertencia que había tenido el general de la guardia real, este hizo caso omiso y acusó a las serpientes de presentarse tarde al llamado.

—No estaban las cifras cuando llegue a Abeul. Tarikan no sé presentó como usted ordenó, las bajas fueron considerables por culpa suya.

—Mientes —dijo el hechicero cruzándose de brazos y mirando a otro lado.

—Puedes tener la aprobación de todo el reino, pero nada me saca lo que vi.

—Mi rey, el general Richard, fue azotado por un gigante, recibió un golpe que prácticamente hubiera muerto si yo no estaba. Estoy seguro de que el tiempo está confuso para él.

—¡¿Cómo te atreves!? Fuiste incluso tarde a ayudarme.

—Oh eso sí lo puedo admitir.

—Terminemos esto de una vez —dijo el general Richard posando su mano en la empuñadura de su espada, pero el hechicero ni siquiera puso sus ojos en el hombre.

Los murmullos llenaron todo el salón, tan fuertes que llegaban a marear.

—Deténganse los dos —dijo uno de los consejeros del rey—. Están delante de su majestad, si no quieren ser castigados ahora mismo guarden compostura.

—Esto es un insulto al rey.

—Actúan cómo rivales, pero sirven al mismo rey ¡Por dios y la virgen santísima!

—General Richard. —La voz ronca del rey se escuchó y enseguida todos guardaron silencio—. Te recuerdo que Tarikan es un duque y a ti, también te recuerdo que Richard es mi mano derecha así que compórtense.

La sala quedó en silencio escuchando las palabras del rey, Gerald se tomó la cabeza mientras negaba con ella y observó a sus dos y grandes soldados. Fijando su mirada en Tarikan lentamente lo miró y abrió la boca.

—Saca a Siri y muéstrame lo que ocurrió, si desobedeciste mi orden serás castigado.

El hechicero observó al rey con el ceño fruncido apretó un poco los labios antes de que soltara el abrigo que cubría su espalda y sus enormes brazos quedaron a la luz.

Llevando una mano hacia su garganta, abrió la boca y de su interior salió una serpiente negra que fue tornándose azul a medida que flotó en el aire. Cuando la cola terminó por salir del hechicero, este se hizo a un lado y Siri la serpiente se fue difuminando por el lugar dejando un escenario ya vivido.

Una pequeña ave rozó el pelo rojizo del rey, todos fijaron su mirada en aquello asimilando que la noticia y el mandato de su majestad iba allí.

Las escenas siguientes fueron cuando Tarikan era molestado, bajó la cascada por Caleb, no fue de forma inmediata, pero los hombres rápidamente comenzaron a agruparse y a guardar todo. Los caballeros se prepararon y marcharon lentamente.

—Explica eso —gruñó Richard.

—¿Qué esperabas?, ¿qué hiciera correr a los caballos tan pronto? Mi rey —dijo volteándose a verlo—. No hacía mucho que habíamos llegado del viaje que partió de mis tierras, el viaje toma seis días no podía hacer correr a los caballos por más que quisiera.

—Hubieras ido caminando entonces —dijo otro soldado real y nuevamente todo el salón se llenó de ruido.

—Tomaste un camino incorrecto, el más largo debo decir —dijo el rey mientras la multitud se iba calmando.

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora