93.- Solo una mujer.

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En una cueva tan profunda de Hamrille, las estrellas brillaron tocando el suelo para dejar salir una verdad que pocos podían imaginarse.

Aynoa de sentó frente a la fogata, trato de hablar sin tener que apartar la mirada del duque, pero en cuanto comenzó, el hombre la interrumpió.

—No quiero asustarte, pero... —dijo ella.

—¿Qué edad tenías en tu otra vida?

Aynoa quedó con la boca abierta, de verdad Tarikan sabía ya muchas cosas de ella sin que ella misma le dijera, pero quizás solo era esa parte.

—Soy más joven.

—¿Eres?, ¿entonces no has muerto?

—No lo sé.

—¿Sabías de tu vida antes que me conocieras o fui yo el causante de que ahora lo recuerdes?

—Tarikan —dijo ella subiendo la voz— ¿Vas a dejarme contarte bien como fueron las cosas?

El duque no dijo nada, pero la observó sin ni siquiera pestañear, su semblante siempre era tranquilo, pero allí frente a ella, Aynoa podía sentir su peligrosa aura. Tan solo unos minutos atrás él se había comportado como el hombre que ella conocía, pero en cuando comenzó a hablar con la verdad, su rostro incluso su mirada cambió.

—Esta poniéndose a la defensiva —pensó ella, no había otra explicación, para un hombre que era sumamente cuidadoso para los temas que le interesaban y este era uno que había intentado estudiar por meses.

Aynoa bajó su cabeza al sentirse completamente observada, pero sabía que debía confiar en él, a pesar de todo, Tarikan nunca le haría daño. Ella quería aferrarse a esa idea.

—¿A...a quien miras con esa expresión?—dijo ella subiendo sus ojos hacia él por pocos segundos—. ¿Sigo siendo tu esposa?

—Solo... una mujer.

No esperaba esa respuesta, pero era entendible que él duque tomara esa actitud, no quiso reprocharle, pero si asegurarse de algo.

—¿Seguiré siendo tu esposa después de esto?

—Es muy probable —contestó él, pero inmediatamente volvió al tema—. Entonces, ¿fui yo?

—Siempre supe que eras muy astuto e inteligente duque de Castilville, pero me sorprende que descubrieras y te formularas todas estas preguntas.

—Contéstame. —Aynoa sintió un poco de recelo con el tono de su voz, pero entendía que Tarikan antes de ser su esposo era un gran hechicero y lo que ella había vivido despertaba la curiosidad de su interior.

Ese afán de conocer, estudiar y tener conocimiento de todo, absolutamente todo lo que ocurría en el mundo y en las cosas sobrenaturales.

—Fue en nuestra primera noche, antes de ese día yo solo era Aynoa. Desperté el día que nos fuimos y no reconocía mi propio rostro.

—¿Cuál es tu verdadero nombre? Cuando caíamos preguntaste eso.

—No lo recuerdo.

Tarikan se quedó en silencio, no dejó de observarla, el cual eso solo hizo que ella comprendiera que estaba siendo analizada en busca de mentiras. Ella estaba perdida si se le ocurriera hacerlo.

—No estoy segura si morí o no, en ese lugar fui atacada por un grupo de personas. Hombres, jóvenes, mujeres, adolescentes no lo entenderías.

—Explícamelo, no asumas la capacidad de mi entendimiento.

Aynoa entonces comenzó a explicarle un poco como era ese mundo, las cosas que recordaba de él y en especial al miedo terrible que le tenía a las personas que nacían siendo superiores, llamados alfas. Ella era una Omega, como lo era la mayoría de las personas, pero se había involucrado con un chico que era su mejor amigo, más de eso no recordaba bien.

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora