28.-Una rata apetitosa

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—¡¿QUÉ HAZ HECHO MUJER?!

Las puertas se abrieron violentamente azotándose con las paredes, las sirvientas se asustaron y al ver al marques solo salieron rápidamente del salón dejando a Sophia sola. Sentada en una silla mientras se miraba en un espejo de mano, frunció el ceño fuertemente desviando su mirada hacia su esposo.

—La pregunta es, ¿qué ha hecho tu hija conmigo y sus hermanas? —dijo poniéndose de pie.

—Sophia, ¿has visto a mi hija?, ¿cómo la has dejado? —dijo el hombre dando firmes pasos hacia ella.

—Mira mi rostro Tristán, Aynoa no es una blanca paloma como crees, ¿ves mis heridas? Mariam y Gabriela también tienen contusiones— agregó mostrando un gran rasguño que traspasaba su rostro de forma diagonal y sus brazos que aun las heridas se mantenían hinchadas.

—Son mujeres criadas con una educación privilegiada, como para estar agarrándose como mujerzuelas de una taberna —dijo el marques con dientes apretados, pero Sophia no le permitió aquel insulto y lo cacheteó allí mismo.

—¡No soy una prostituta para que vengas a tratarme de esa forma! Protegí a mis hijas, pero fue la tuya quien en vez de detenerse se fue en contra de mi —dijo y luego se acercó a él y le agarró el rostro con ambas manos— ¿Después de lo que hizo con el duque crees que no es capaz de esto?

Tristán entonces lo pensó, era verdad que jamás se había imaginado que su hija se dejara tocar y besar por un hombre. Recordar sus sonidos y gemidos solo le traían repulsión y mal estar, por unos momentos encontró razón en su mujer.

—¿Qué es lo que le hiciste?

—Aynoa estaba muy alterada, Tristán. Con la ayuda de las criadas la obligué a meter su cabeza bajo el agua para que se calmara.

—Jamás mandaría a hacer eso a una de tus hijas Sophia, eso es como la tortura que se le hacen a los esclavos en Miminch, no estamos en tus tierras.

—Mis hijas son tranquilas, pero la tuya tiene más carácter de la madre, mimada constantemente por ti no sabe ni siquiera como respetar a sus mayores. Lo que viste ahora en ella es solo producto de su falta de respeto a la marquesa de Abeul.

—Sophia— dijo el hombre dando unos pasos hacia un costado.

—No me culpes por algo que no era mi responsabilidad.

—No te entiendo del todo, cuando Aynoa perdió a su madre, de verdad pensé que tener una imagen materna a su lado le haría bien.

—Pues ya ves que no. —Sophia dió unos pasos a la mesita de centro y bebió de una copa antes de volteárse a mirar al marqués. Arqueando sus cejas mostró unos ojos llorosos y curvo los labios—. Lo siento Tristán pero si dejas ir a Aynoa con el duques la vas perder. Tarikan no podrá controlarla, ¿te imaginas lo que ocurriría si él hombre pierde la paciencia con ella?

—Sinceramente no me preocupa, el hombre tiene una personalidad complicada y Aynoa también, ¿quien sabe? Tal vez lleguen a tratarse bien y lleguen a amarse.

—Deja de decir tanta estupidez, recordarás mis palabras cuando él se la lleve y tú no puedas saber nada de ella.

—No es algo que pueda cambiar ahora, las consecuencias de sus acciones condenarán el futuro de tus hijas.

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—¡Maldita mujer! ¡Maldita la maldigo, la maldigo!

Aynoa despertó asustada, con su corazón corriendo como loco se sentó en la cama con rapidez mientras jadeante observó el lugar. Su habitación estaba limpia y bastante iluminada, la luz del sol llegaba hasta la alfombra que tenía en el medio y el ambiente estaba en completo silencio.

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora