El momento del beso había llegado, con eso el matrimonio estaría cerrado, pero lo que hizo Aynoa fue algo que nunca en esta vida se imaginó hacer.
El duque fue a besar a su ahora esposa, pero Aynoa se movió veloz caminando con rapidez fue delante de todos y tomando el rostro del hombre lo besó frente a toda la audiencia.
El sonido del asombro quedó en todo el ambiente, pero no fue lo único. Cuando Aynoa lo soltó comenzó el gran alboroto.
—¡Tu eras mi esposo!
—¡Aynoa como te atreves! —gritó Mariam empujándola a un lado.
—¡Hasta que la muerte nos separe y yo aún no he muerto! ¡Tarikan eres un maldito! ¡Yo llevo a tu hijo!
El grito de las damas del público se escuchó con aquella terrible afirmación, más de alguna se desmayó, mientras que la boca de muchos cayó al suelo.
Aynoa fue tomada rápidamente por los guardias, la cara del sacerdote no tuvo como ser descrita y mucho menos del marqués que solo abrió grandemente los ojos mientras veía como su hija forcejeaba y luchaba para quedarse mientras que era sacada entre gritos que más la condenaban.
—¡No puedes hacerte el tonto! ¡Nuestros acuerdos! ¡Tus promesas! —Aynoa no sé detuvo—. Sueltenme, ¡Que me suelten!
El rostro del duque cambió lentamente, también estaba sorprendido por aquello. Sus ojos moviéndose por muchos lugares buscando una explicación a lo que esa mujer decía, incluso llegó a pensar que podía haberse pasado de copas, pero estaba seguro que no había estado con alguien por mucho tiempo.
La ceremonia fue arruinada, y en solo unos minutos el rey con el marqués, junto con el duque se dirigieron a una habitación posterior, mientras que los llantos de la mujer que estuvo a pronta de casarse se escucharon por el corredor.
—¡Quiero una explicación! —dijo el marqués caminando frente al duque.
—No me mires, es tu hija no mia —dijo Tarikan apoyando su espalda en uno de los muros y cruzó sus brazos.
—¿Haz fornicado con ella?, ¿Porque ella dijo estar en cinta de ti?
—Tristan, pregúntale a ella, yo no tengo nada que ver con esa mujer.
—Tarikan —dijo el rey mirándolo con una ceja sobre la otra.
—Generalmente siempre estoy metido en problemas, pero está vez este problema no es mío. Que el marqués no controle las piernas de su hija no es algo que me compete.
—Marques, estoy seguro que el duque no ha estado cerca de sus hijas.
—Esto es ridículo, mi hija nunca haría esas acusaciones porque si.
—No es primera vez que una mujer afirma eso sí necesita títulos y riqueza.
—Aynoa no es ese tipo de mujer.
—Es bastante preocupante que esto ocurra en tu familia, Tristán. Entregarías una mujer pura y limpia, pero luego de esa acusación me temo que llamaré a mis sacerdotes para que revisen la veracidad de aquello —dijo el rey mientras se sentaba en una silla—. Que locura.
—Señor, Mariam fue revisada ayer, es una mujer casta y pura.
—Que la vuelvan a revisar, tu apellido está en juego marqués Tristán. Si tú hija está embarazada, no habrá ni un solo noble que quiera casarse con ella y la misma iglesia le dará la espalda.
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Aynoa fue encerrada en su habitación luego del gran escándalo que había dejado. Sola y sin nadie que pudiera acompañarla se largó a llorar de impotencia. No sabía que había logrado al decir sobre su embarazo, pero tampoco sabía si realmente lo estaba, esa mañana su periodo había llegado como si nada por lo tanto quizás esas palabras solo eran una mentira.
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Tarikan - Las cadenas de la Corona
FantasySu gente, su pueblo, sus sueños, todo lo que era importante acabó aquella tarde. Los monstruos gobernados por un demonio atacaron el marquesado aniquilando todo a su paso y la ayuda llegó bastante tarde. Llevada a la capital junto a su familia, Ayno...