29.- Matrimonio

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La boda fue organizada a los siete días después de aquello, fue el único día donde las mismas criadas que servían al rey vinieron al castillo del marqués para recogerla y llevarla para su preparación. Debía bañarse en leche por tres días, para el cuarto día estuvo en silencio en comunión con Dios, y para el quinto los sacerdotes del monasterio le dieron una clase sobre la vida marital junto a otras jóvenes que al igual que Aynoa se unirían en sagrado matrimonio.

Le sorprendió lo servicial que debía volverse con su esposo, la iglesia tenia reglas muy estrictas ante el matrimonio, pero en especial el trato que ella tendría. Pensaba que el duque era una persona querida, pero mientras los hombres del templo más hablaban, más sentía que era una maldición haber aceptado el matrimonio con Tarikan.

—Es sumamente importante que el matrimonio siempre este basado y sostenido por la mano de Dios, ustedes jamás procrearan hijos saludables si no es por ese camino. Su futuro esposo debe también seguir la palabra de nuestro santo padre.

Aynoa al escucharlo enseguida levantó la mano y esperó que el hombre le diera la palabra, el cual lo hizo cuando terminó de hablar.

—Como usted mismo ha dicho, somos mujeres que debemos estar en silencio y aceptando todo lo que nuestros esposos pidan, ¿Qué ocurre si nuestros esposos no quieren asistir a la iglesia?, ¿si se rehúsan?

—Ustedes pagaran las consecuencias. En especial usted futura duquesa, sabemos muy bien lo pecaminoso que puede ser su futuro esposo, es su deber encaminarlo al bien.

— ¿Yo? ¿Obligar a ese hombre a acercarse a la iglesia? —pensó Aynoa mientras procesaba todo lo que debía hacer.

Tarikan no la escucharía, la verdad era que ni siquiera lo conocía, habían intercambiado palabras, pero ¿Qué sabía del? Era un hechicero eso estaba más que claro, pero no tenía idea de las cosas que le gustaban, o como había sido su vida, como dirige su ducado. Era un hombre fiel a la corona, pero también un hombre bueno para meterse en problemas y generar conflictos.

—La gente lo ama, el reino completo lo ama —Aynoa dejó de poner atención a las palabras del sacerdote y en su mente la imagen del duque la hizo pensar.

¿Qué tan cierto era todo lo que se decía del? ¿Él podía ser igual a su padre el marqués?

—Serán propiedad de sus esposos una vez que el matrimonio sea consumado, ellos serán los responsables de su bienestar y de mantenerlas con buena salud. Obedecerle y servirle es también un acto de Dios —dijo el sacerdote mirándola detenidamente.

—Mujeres escuchad, la noche de boda cierra el lazo de unión entre ambas familias, este acto debe siempre ser intimo, no tienen permitido hablar de lo que ocurre allí con otras mujeres, su valor señoritas siempre se dictara por aquello. Mirad siempre la cara de su esposo mientras formalizan el vínculo y jamás tomen el control de la situación. El hombre siempre será la cabeza y estará encima de ustedes.

—¿Un hombre por encima de mi? —pensó ella, no sería algo diferente, los hombres siempre han valido mas desde su nacimiento comparado a las mujeres.

No era sorpresa para ella las cosas que debía hacer, pero hace unos días un sentimiento extraño chocaba con sus propias ideas. Esta vez tenia todas las ganas de levantarse de esa silla y mandar todo al carajo. La idea de prácticamente adorar y servirle al hombre era un idea absurda, ¿por qué no podían ser ambos iguales?, ¿por qué la mujer?

—¿Qué? —se preguntó al asombrarse de las cosas que estaba pensando. Parecía que sus propios pensamientos habían surgido de otra persona que no era ella misma—. Obviamente seré leal y obedeceré lo que dictan las santas escrituras— agregó negando con la cabeza, pero está vez aceptar aquel hecho le resultó repulsivo.

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora