58.- Termas

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—Aynoa.

—Vete Milla, no me siento bien. Solo quiero estar sola.

—Mi señora, se cómo se siente. El duque tendrá sus razones, quizás es muy pronto.

—¿Muy pronto? Muchos matrimonios tienen hijos en los primeros tres o cuatro meses...

—Si, pero en matrimonios forzados, por los que usted me cuenta, el duque nuca la ha obligado a estar con él. Tenga paciencia como dijo el anciano, el duque le explicará cuando llegue el momento.

—¿Sentiré dolor?

—No, al menos que ya esté embarazada, el cual lo dudo por lo pronto del acto. El té solo evitará aquello.

—¿Debería hablar con él?

—Sí, pero no ahora, es muy tarde. Tranquilícese, descanse, mañana busque a su esposo y tenga una conversación tranquila. Seguramente el duque le dará sus razones.

Aynoa lentamente se sentó en la cama y mientras pensaba en todo, metió sus pies debajo de las tapas y se acostó mirando el cielo.

—¿Qué pensarías si una mujer que no conozco, te hubiera advertido de esto con anterioridad?

—¿De la infusión?

—Sí.

Aynoa no dudo en contarle a Milla sobre la famosa flor de loto, aquella mujer había predicho lo que él duque haría y por la cara de Milla al escucharla, se dio cuenta de una cosa.

¿El duque ya había estado con ella también?

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Al día siguiente Aynoa aprovechó la mañana de conocer una parte del castillo que no conocía, las termas de los subterráneos. Por el momento no quería ver al duque, ya no estaba molesta, solo deseaba dejar el tema a un lado y poder relajarse. Quedaban pocos días y la verdad era que estar enojada con él antes de que partiera, sin duda haría que se arrepintiera grandemente.

Junto con una criada, bajó a los subterráneos esperando no encontrarse con nadie, los soldados aún estaban entrenando y era el momento perfecto para aprovechar aquellas calidas aguas.

Cuando llegó allí, miró la puerta de la oficina del duque, por algunos segundos pensó que podía estar él allí, pero no se atrevió a golpear la puerta. La curiosidad de ese lugar aún estaba muy presente en ella, quizás cuando el duque se fuera podría husmear en esa habitación.

Soltó una risita pequeña sin que la criada la notará, caminó unos metros hasta que volvió a voltear a ver ese lugar. Observándolo pensó que quizás eso no sería posible, ya que si el duque no estaba, entonces todo se cerraría para evitar lo que ocurrió con Mormont.

—¿El duque pasa mucho tiempo allí?

—Sí señora, pero nadie entra. Las sirvientas no les gusta limpiar el lugar, es tenebroso en especial el piso inferior —dijo la criada negando con la cabeza—. El duque estudia mucho, y no le gusta que le desorden sus libros.

—Recuerdo que los rumores dicen que él tiene experimentos abajo.

—Sí, señora. Algunos rumores son ciertos y otros son solo bobadas.

Aynoa recordó entonces otro dato de la historia y su caminar se frenó en seco. Levantando la mirada hacia el cielo, visualizó el libro en sus manos y un relato quedo en su mirada, un capítulo llamado "La mujer durmiente"

—¿Ella estaría allí? —se preguntó.

—Señora, ¿todo esta bien?

—Todo está bien —dijo Aynoa y volvió a caminar hacia las termas. Estaba decidido, ella entraría a ese lugar en cuanto supiera que el duque no estaba en el castillo, quería ver lo que fuera que hubiera allí abajo.

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora