96.-Un hecho ya escrito

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Aynoa miró al duque, había entrado en ese minuto dónde el carruaje se detuvo, sujetándose para no caerse cuando esté comenzó nuevamente a moverse solo pronunciaron sus nombres para luego no decir absolutamente nada.

¿Sería capaz de leer sus pensamientos, de descubrir realmente lo que ella estaba pensando todo el tiempo?

El duque se mantuvo de pie aún en el carruaje con los brazos abiertos sujetándose de el para no caerse, su respiración hacia subir su pecho con rapidez mientras sus miradas cómplices se ansiaban tocar.

—Tarikan yo... —dijo ella.

—No puedo aguantar estar lejos de ti hasta Castilville —soltó mirándola a los ojos.

Aynoa sintió como aquello hizo hervir aún más su sangre, como frenéticamente su corazón palpitó con esas palabras. Entonces de forma lenta y sin dejar de mirarlo se puso de pie y susurró.

—Yo tampoco.

Suficiente para derribar cualquier tipo de muro que los separaba. El duque se acercó a ella en un solo paso y tomó su rostro con ambas manos hasta besarla. No fueron besos calmados, había una desesperación entre ambos que solo los hizo actuar como si fueran animales.

Tarikan la desvistió abriendo botón a botón y lo mismo hizo ella mientras se besaron y se mordieron los labios. La espalda de ella, se fue deslizando por la ventana hasta que llegó a sentarse en el suelo del carruaje.

Aynoa sintió como el hombre metió la mano derecha entre la abertura de su vestido solo para tocarle el seno y apretar su pezón con los dedos.Ella intentó soltar su camisa, pero cuando desabrochó la mayoría de ellos, el hombre solo se despegó de ella para alzar los brazos y sacarse la prenda sobre la cabeza.

Verle el trozo desnudo era algo que ella jamás se iba a cansar, le encantaba la forma que hacía su espalda, no era como un hombre macizo sino que la parte de arriba si era ancha, pero terminaba en una cadera fina que muy bien podía abrazar.

—Hazme tuya.

—Tú ya eres mía —dijo él pasando su mano por debajo de ella y la deslizó debajo de él.

Sus besos feroces continuaron, la saliva de ambos se fue escurriendo por los bordes y más cuando sus lenguas chocaron entre si, todo el calor inundó sus cuerpos de una forma que poco habían experimentado. Era porque hoy habían conectado desde el sentimiento, todo lo que querían era estar junto al otro y demostrar el amor que había crecido.

El matrimonio entre los duques que había crecido solo por un pacto de bienestar entre ellos, por fin estaba siendo tejido por finos hilos del sentimiento más puro que podía existir en el mundo, amor.

Aynoa sintió como él subió su vestido hasta su cintura, pero no supo en qué momento el hombre desabrochó su pantalón.

Tarikan se hundió profundamente en ella, provocando un gemido de placer y dolor que salió de su boca. Ni siquiera se tomó el tiempo de sacar su ropa, ni desvestir apropiadamente a su esposa, pero Aynoa no le dió el control.

Apretando sus piernas se levantó del suelo y puso sus manos en los pectorales desnudos del duque. Duro y suave Aynoa le miró a los ojos mientras lo obligó a sentarse en el suelo del carruaje.

Él no dijo nada, sorprendido un poco sostuvo su cadera mientras ella abrió las piernas y se subió encima de él.

—Veo que te he tentado lo suficiente para que te comportes como un animal.

Tarikan soltó una risa al escucharla y negó con la cabeza mientras la obserbaba, pero Aynoa no se quedó quieta, bajó sus manos acariciando y tallando los músculos de su pectoral, su abdomen hasta su ombligo y continúo bajando. El hombre intentó evitar que ella llegara más allá tomando una de sus muñecas, pero no puso demasiada resistencia.

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora