—¿Lo niego, le explicó todo o simplemente lo omito, ignorando lo que acababa de decir? Seré quemada, el duque me acusará o pedirá algo por su silencio... ¿Qué hago, que puedo hacer?
Aynoa se desconectó rápidamente de su cuerpo, su mente se imaginó todo los escenarios posibles que podía venir una vez que estuviera sola con el duque
¿Qué podía hacer realmente?, ¿podía haber una explicación por lo que él dijo?—No...—dijo posando sus manos en el borde de una mesa y miró los patios traseros sin ver relamente lo que allí había.
El libro siempre destacó lo inteligente y paciente que era el duque. Se leía libros enteros en menos de dos días y tenía una memoria muy buena para recordar hechizos difíciles, ¿cómo ella había olvidado ese detalle tan crucial?, ¿como había llegado a la conclusión de que ella venía de otro tiempo?, ¿había hecho algo el cual le hiciera sospechar de aquello?
—Yo...estoy muerta. No quiero perder esto...
No había claridad en su mente, por un lado conocía a un hombre dulce, divertido y amable, pero de un momento a otro también podía ser el hombre que todos conocían, frío, calculador y poco empático. La mirada del hombre cuando golpeó a Mormont volvió a causarle terror.
Su cuerpo no volvió a responder, sus manos temblaron y vió el fin de esa hermosa historia que había comenzado a crear junto al duque.
—Acabas de cambiar el pacto y no lo estás cumpliendo. —La voz del duque sonó detrás de ella, estaba lo suficientemente cerca para que en cosa de segundos sintió su abrigo caer sobre sus hombros. Estaba tan perdida que no lo escuchó acercarse.
Aynoa le tuvo miedo enseguida, un escalofrío congeló su espalda a pesar de que él la había abrigado.
Contrario a eso, Tarikan no le vió el rostro, pero pudo notar el profundo miedo de ella, incluso su serpiente comenzó a hacerle cosquillas en los dedos eso solo significaba algo, temor. De ese miedo que tu alma comienza a abandonar tu cuerpo. Percibió lo que ella estaba sintiendo gracias a sus cualidades.
Aynoa no volteó, se congeló completamente y en minutos sintió la mano del hombre tocar su mejilla y le tapó parte de los ojos.
No sabía que era lo que ahora el duque haría, o que era lo que le esperaba, pero allí no podía pedir ayuda, ni confiar en nadie.Su vida, su mundo mágico y hermoso comparado con el otro ya vivido, se fue desvaneciendo frente a ella.
Sus lágrimas fluyeron mientras soltó un gemido asustada cuando la espalda de ella, se apoyó en el cuerpo del hombre, el rostro del duque quedó cerca de su oído derecho y el agarre de su cara se apretó hundiendo sus dedos en su piel.
—Sh...—La hizo callar con esa tranquilidad que siempre tenía.
Desde el ojo derecho, quedó una leve apertura entre los dedos del hombre, donde pudo ver qué Tarikan estiró su mano derecha al frente y una luz verdosa salió de él cubriendole la cara. Ella estaba a punto de ser hechizada.
—No hay explicaciones, no hay mención, no hay pensamiento, ni boca que pueda pronunciar los secretos de tu vida. Cuando las estrellas toquen la tierra y puedas ver tu reflejo en ellas, llegará el día, dónde no habrán excusas que tú lengua pueda formular y la verdad llegará a mis oídos. Hasta entonces tu y yo no tocaremos el tema.
La luz se desvaneció entrando en la narices de ambos y luego lentamente el duque la soltó. Aynoa extrañamente se calmó enseguida, las palabras que había dicho Tarikan antes de voltear e irse comenzaron a ser encerradas en su mente. Las recordaba, pero no hubo ni un solo sentimiento ante eso.
—Es decepcionante —dijo el duque y ella lentamente se volteó a verlo, mientras limpiaba las lágrimas que habían manchado su rostro.
Los ojos de él miraban el interior de la iglesia, estaba tranquilo y tardó unos segundos en volver a mirarla.
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Tarikan - Las cadenas de la Corona
FantasySu gente, su pueblo, sus sueños, todo lo que era importante acabó aquella tarde. Los monstruos gobernados por un demonio atacaron el marquesado aniquilando todo a su paso y la ayuda llegó bastante tarde. Llevada a la capital junto a su familia, Ayno...