Cuando llegaron a la habitación de Aynoa, Milla estaba aún allí sentada en una silla mientras leía un libro. Lo primero que sintió fue una presencia, luego una leve brisas para dar paso a los pies de los duques que fueron apareciendo lentamente.
El duque llegó a caer sentado cerca de la cama mientras soltaba una leve risita.
—Duque —dijo Milla poniendose de pie y acercándose a el—. ¿Está ebrio?
—No lo estoy —dijo él mientras era ayudado por ambas damas a ponerse de pie.
—¿Qué-qué ha pasado? —preguntó Milla mirando a su dama—. ¿Que le han hecho? Su-su ropa, su pelo, mire sus pies.
Milla sorprendida no podía creer que su dama había vuelto de esa forma, su pelo desaliñado y desordenado, esa ropa de tan poca clase y sus pies y piernas que se podían ver a simple vista no eran acordé a una dama. Estaba sucia, con su espalda llena de pedazos de tierra y pasto. Sin duda no era la Aynoa que ella había entregado hace unas horas atrás.
—Me iré —dijo el duque—. Prepárate y no bajes sin mi.
—Esperaré.
El hombre salió por la puerta y enseguida se escuchó el sonido de asombró de las sirvientas que estaban en los pasillos. Seguramente Reimy estaría vuelto loco al verlo de esa manera.
—Mandaré a buscar agua caliente, la lavaré rápidamente para no tardar, los invitados llegaron hace tres horas pensé que volverían antes.
—Oh Milla fue fantástico—dijo Aynoa dando vueltas por la habitación.
—No lo creo, mirese, cualquiera la confundiría con una mujer de poca clase, mire lo corto de su vestido, parece de esas cortesanas de la calle con su pelo como si lo hubieras refregado contra el suelo. —La mujer rápidamente soltó un suspiro de asombro llegando a una conclusión—. ¿Usted-usted intimó con el duque?
Aynoa miró a su criada y su alegría rápidamente bajó, recordó las palabras del duque, aquí relamente la gente no conocía lo que era la libertad, cumpliendo con obligaciones, comportamientos acordes a su estatus, limpieza y esperando ser juzgada por los demás.
Tarikan se escapaba todos los días de su cumpleaños para ser una persona normal.
—Solo lo besé —dijo omitiendo “y también besé a muchas personas más”
—Pero su pelo...
—Milla lo importante es que la pasé increíble y lo volvería a hacer, ahora prepara mis cosas. No hay nada más que decir, no permitiré que me reproches nada.
—Pero señora.
—Nada dije —acentuó mirándola con mis seriedad y fijando sus ojos para que la criada tomara ese llamado de atención y cerrara su boca.
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Luego de un tiempo, Aynoa salió de su habitación cuando le avisaron que el duque ya la estaba esperando. Caminando por el pasillo lo vió cerca de la escalera posando su mano derecha en la baranda.
Llevaba un traje blanco, con decoraciones grices, la parte izquierda de su pelo estaba peinada hacia atrás y hacia el lado derecho unos finos hilos le tocaban la frente. Aynoa notó rápidamente su cambio, volvía a ser el duque que conocía, serio y con ese semblante que poco cambiaba, se había ido el niño divertido.
—Duque —dijo Aynoa bajando su rostro saludandolo.
—Duquesa —dijo con una leve sonrisa—. Devuelta a la realidad —agregó ofreciéndole el brazo y ella enseguida lo tomó para caminar junto a él.
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Tarikan - Las cadenas de la Corona
FantasySu gente, su pueblo, sus sueños, todo lo que era importante acabó aquella tarde. Los monstruos gobernados por un demonio atacaron el marquesado aniquilando todo a su paso y la ayuda llegó bastante tarde. Llevada a la capital junto a su familia, Ayno...