Aunque Sebastián había visto al duque tranquilo, no esperó que así lo estuviera. Luego de asegurarse que el rey había fallecido ordenó a sus soldados colgar los cuerpos de ambos reyes en la entrada.
—Lleven a los niños a Castilville, hagan que nuestros magos los revisen y los que no pasen las pruebas, los ejecutan.
—Sí, señor.
Sebastián había imaginado todo esto como una fantasía, pero nunca pensó que estaría viviendo algo como esto. Sus padres estaban preocupados, pero aún asi, sin la opinión de su hijo ellos decidieron apoyar al duque.
—Tarikan —dijo Sebastián abriendo la puerta de una oficina, pero inmediatamente la cerró de golpe.
Dentro vio lo que temía, Siriham se estaba devorando los cadáveres de algunos sirvientes, pero en el medio un gran manto negro se posaban sobre el duque que estaba arrodillado en el suelo. Parecía que todo aquello tenía vida, como un musgo que se extendía por las paredes subiendo y al mismo tiempo arrastrándose en el suelo.
—Tarikan, sé que aún estás ahí. Debo llamar a los magos y encontrar a Arkan —dijo el conde y volvio a abrir la puerta lentamente—. No puedes esperar más, si usas otra vez tu magia, no vamos a poder devolverte a la normalidad. Piensa en nosotros, en tu esposa, en tu hijo...
—¡Sal de aquí! —dijo la voz del hombre, pero había vuelto a cambiar.
Sebastián no sabía aún el estado en que se encontraba el duque, pero si aún lo escuchaba, sería suficiente para afirmar que ya estaba en el límite donde ese demonio tomaría el control del hombre en su totalidad. Tarikan debía hacer el esfuerzo para que aquello no ocurriera.
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El marqués junto a su hija llegaron al castillo, no tardaron en reunirse en el salón para hablar sobre lo que había ocurrido. La ciudad mantuvo la calma luego de la pequeña guerrilla fuera de sus murallas, pero aún así no se podía evitar el miedo y la preocupación en la mirada de cada habitante.
Aynoa había olvidado algo, de hecho, nadie se había dado cuenta que el muro de protección que tenía Castilville ya no estaba funcionando, si fuera así entonces ¿Cómo el marqués y los otros soldados entraron sin ningún problema?
En el salón, Tristán les relató a todos lo que el duque había hecho y como vio caer a Rómulo bajo su mano, eso entregó rápidamente tranquilidad a los oyentes, en especial para Reimy que aún estaba intranquilo.
—Su objetivo eran los reyes, ¿no?
—No lo entenderías si te lo explicará —dijo Aynoa.
—En eso estás equivocada —dijo Tristán dejándose caer en la silla y tomó la copa de vino ya servida—. Mi decisión de estar aquí fue por ti Aynoa, me aterró imaginar a mis nietos siendo...—dijo tomando un leve tiempo de silencio, luego y con un poco de timidez miró a su hija y continuó—, niños de la corona.
Aynoa abrió levemente la boca sin dejar de mirarlo, entonces comprendió que su padre estaba al tanto de lo que había ocurrido, pero era más que eso.
—Padre...
—No me des explicaciones —dijo Tristán con una sonrisa delicada, parecía una expresión más de lamento más que una de felicidad.
—¿Él te lo contó?
—Lo hizo —dijo Tristán con una leve sonrisa—. Bien, concentremonos.
—¿Rómulo tiene soldados en Lehim? —preguntó Aynoa.
—No, por lo que tengo entendido son solo algunos soldados que esperan el regreso de las tropas del otro continente —dijo un consejero.
—¿No hay más?
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Tarikan - Las cadenas de la Corona
FantasySu gente, su pueblo, sus sueños, todo lo que era importante acabó aquella tarde. Los monstruos gobernados por un demonio atacaron el marquesado aniquilando todo a su paso y la ayuda llegó bastante tarde. Llevada a la capital junto a su familia, Ayno...