57.- Recuerdos

258 46 19
                                    

Aynoa se había quedado dormida, pero su cuerpo se sobresaltó de repente. Abriendo los ojos de forma pesada se dió cuenta que su rostro estaba apoyado en el hombro del duque. Su piel aún no se enfriaba, se mantenía en calor al estar en contacto con él mientras ambos seguían desnudos.

Sonrió al recordar lo que los dos habían hecho, pero cuando subió sus ojos hacia él, se dió cuenta que el duque estaba completamente dormido.

Tardó unos segundos en percatarse el porque había ella despertado. El hombre volvió a pegar un leve salto y apretó el ceño.
Mirándolo parecía molesto incluso cuando dormía, pero la sonrisa que ella había formado, se le fue cuando el respirar de duque se agitó un poco y de su ojo derecho cayó una lágrima.

Segundos y el hombre despertó. Aynoa rápidamente se hizo la dormida cerrando sus ojos, incluso intentó controlar su respirar para que el no descubriera que ella había estado viendolo. No quería incomodarlo, pero no pudo dejar de pensar en lo que acababa de ver.

¿El duque estaba llorando?, ¿qué podía estar soñando para que aquello fuera posible?

Pensó en eso cuando sintió que él hombre la abrazó con más fuerza, mantuvo su apretado abrazo por unos segundos mientras que ella sintió como el refregó su rostro con su cabello para luego volver a quedarse quieto.

Aynoa no volvió a moverse, habían muchas cosas que no conocía de él y muchas cosas que debía recordar de la historia y que aún no era capaz de hacerlo.

********************

El sonido de chispas y de flama ardiendo se escuchaba a los pocos metros. El calor, junto con un gran viento movía todo su cabello cuando Aynoa abrió lentamente los ojos, ¿en qué momento se había vuelto a dormir?

Sentandose en el pasto, vió el propio infierno delante de ella.

Frente a ella los árboles se quemaban, el fuego arrasaba con todo a su paso mientras que el viento giraba sin parar en un gran torbellino. En el medio de todo y a solo unos pasos del agua la espalda del duque junto con sus manos a sus costados levantó más el fuego. La serpiente blanca no estaba en su piel.

—Tarikan... —dijo ella asombrada. Poniéndose lentamente de pie su vestido se movió bruscamente por el viento y su pelo se levantó en el aire.

—Siriham.

La voz del duque fue extremadamente ronca, pero en cuanto dijo aquello, estiró la mano derecha al cielo y de ahí la enorme serpiente salió de él envuelta en llamas que la rodearon completamente.

—Esto... No es verdad...

El escenario frente a ella comenzó a cambiar, miles de pedazos comenzaron a caerse del cielo y en cuanto tocaban el suelo desaparecieron cómo una escarcha. Frente a ella la cascada y el lago se habían ido, y ahora un templo enorme hecho ruinas, pilares rotos, escombros en todo el suelo. Cerca de ella había una ventana donde provenían gritos agónicos y desesperados, dió dos pasos a un costado y miró por ella.

Asustada pudo ver edificios, casas, árboles, todo destruido y una frase llegó a sus oídos. La voz del hombre fue diabólica a tal punto que erizó todo los bellos de su piel.

—Fuego y azufre es el símbolo de nuestra cruz.

Aynoa volteó y el miedo pareció ser poco con el sentimiento que sintió justo en ese momento. Tarikan no era lo que ella esperaba ver, su rostro oscurecido, saliva negra salía de sus labios y tenía unos ojos negros tan profundos que no había ni una sola pisca de pureza en ellos. Tinieblas y penumbra era todo lo que rodeaba a ese hombre que ya no era humano.

—Aynoa.

Ella abrió lentamente los ojos, lo primero que vio fue al duque sobre ella, pero el terror que había tenido la hizo reaccionar de forma desesperada.

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora