Cuando llegó el día de la ceremonia las serpientes habían llegado a poco más de dos horas antes y desde ese momento el duque fue convocado por el rey y su paradero se perdió junto a Sebastián y Caleb.
Todo el asunto sería llevado acabo en el templo de los magos, detrás de este había un gran rodeo de arena que protegía a toda la ciudad de cualquier actividad mágica que allí se realizaría.
Hechiceros de toda la capital y sus alrededores fueron convocados, todos se reunirían al presenciar el nacimiento de un gran hechicero y eso era poco común por el nivel que ya había alcanzado Alain.
—Estaras junto a nosotros —dijo el rey mirando al duque—. Se que es peligroso, pero mi esposa quiere estar presente.
—Estoy seguro que su hechicero podría con eso —dijo Tarikan.
—¿Y si no? —preguntó el rey mirándolo con una ceja sobre la otra—. No pondré a mi futuro hijo en riesgo y supongo que tú esposa ya no lleva puresa en su cuerpo. Puedes preocuparte por mi mujer está vez.
—Mi esposa y yo...—dijo el duque, pero fue rápidamente interumpido.
—Tu esposa no es más importante que la reina, Tarikan —dijo Richard—. Pon a uno de tus soldados junto a ella, seguramente sabrán cómo cuidarla.
—La reina puede ser preparada para que nada malo salga, después de asegurarnos de eso, estoy seguro que mi magia podrá detener la energía de Dios —dijo Marinus.
—Bien, pero de todas formas el duque estará a tu lado, cualquier cosa que pase, el podrá ayudarte.
—Sí, señor. Le agradezco la oportunidad.
—¿Que mago más se unirá al ritual? —preguntó el rey—. Necesito que Tarikan me diga realmente si son capaces de soportar ese aura.
—Yo, señor —contestó un hombre.
—Yo también.
Tarikan bajó su mirada al suelo y dejó de escuchar. No estaba de acuerdo con lo que le habían ordenado, la parte final del ritual era peligroso para personas que eran vírgenes, tanto hombres como mujeres debían estar lejos de ese lugar, pero no solo ellos.
La reina en este caso cargaba a un ser en su vientre lleno de puresa, lo que la hacía vulnerable para ese tipo de ritual.
Aún así, el rey estaba dispuesto a arriesgarse y la tarea encomendada al hechicero de la corona era sumamente importante. Si fallaba, el duque tendría que intervenir para no permitir que la energía de Dios se llevará la vida de ella y del bebé que venía en camino.
Eso hizo que el duque pensará en su esposa, quizás era muy pronto para notar algo en ella si es que realmente estuviera embarazada. No había pasado ni un mes desde que había sido humano, por lo que no había una sola sospecha de aquello.
Pero... ¿Y si lo estuviera?
El duque tomó una bocanada de aire y lo soltó rápidamente por la boca mientras se peinó el cabello y miró por la ventana hacia afuera. Eso hizo que todos los que habían estado cerca de él se dieran cuenta y voltearan a mirarlo. Era extraño que el duque hiciera algo más que simplemente estar allí.
—¿Que sucede? —preguntó Richard mientras los demás seguían conversando.
El duque lo escuchó y lo miró estrechando un poco sus ojos.
—No he dicho nada.
—Dejas de ser un fantasma y eso solo me hace dudar de ti, ¿que estás planeando?
—Como volverte un hombre puro y así te mueres está tarde.
—Bastardo infeliz —soltó Richard subiendo los ojos al cielo y negando con la cabeza.
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Tarikan - Las cadenas de la Corona
FantasySu gente, su pueblo, sus sueños, todo lo que era importante acabó aquella tarde. Los monstruos gobernados por un demonio atacaron el marquesado aniquilando todo a su paso y la ayuda llegó bastante tarde. Llevada a la capital junto a su familia, Ayno...