La pequeña reunión se originó en la mitad de la planicie, hombres cubiertos de rostro y pelo llegaron a juntarse con los soldados de Rómulo.
Alain los rodeó rápidamente sin decir una palabra, mientras que Newrom les contaba sobre las condiciones para su rendición. No escatimo en buenas palabras, o se rendían o simplemente masacrarían hasta el último de los rebeldes.
A una distancia prudente, Tarikan observó aquello, estaba un poco nervioso, temía que Alain acabará con ese grupo, y esperaba realmente que Caleb no estuviera allí. Aunque no había podido dejar de escuchar las palabras de su demonio, intentó concentrarse y mantener los pies sobre la tierra.
Cuando los minutos pasaron, se dió cuenta que si se mantenía tranquilo podía dejar de escucharla, aún así, la mínima cosa lo dejaba alterado. Incluso trató de pensar en su esposa, pero cuando lo intentaba no podía mantener su imagen en su mente, era claro que su cuerpo comenzaba a corromperse. Mientras no usará a Siriham podía aún pensar con claridad.
—Te notó más cambiado, muchacho —dijo la voz de Tristán acercándose desde atrás.
Tarikan carraspeó un poco la garganta y volvió a tomar compostura al escucharlo, pero se tomó su tiempo para llevar sus ojos hacia él.
—¿Has decidido?
—Aún lo pienso, pero mientras lo hago, ¿puedes contarme algo de mi hija? No he recibido sus cartas…
—Ella está bien…
—Bien embarazada —dijo el marqués soltando una leve risa—. Mi pobre niña, todo lo que tendrá que vivir si las cosas no salen como tú lo has planeado.
—Esto, siempre ha sido mi objetivo, Tristán.
—No lo entiendo, y tampoco quiero entenderlo. Mi respuesta depende de unas preguntas que te haré.
—Te estoy escuchando —dijo el duque al mismo tiempo que lentamente lamió sus labios al ver que el grupo que se había reunido venía devuelta. Luego, llevó sus ojos lentamente hacia el marqués.
—¿Es necesario?
—Lo es.
—¿Podríamos evitar el asesinato de los reyes?
—Definitivamente no.
—Me decepcionas —soltó Tristán bajando un poco la cabeza y soltando el aire de sus pulmones—. Después de todo lo que los reyes han hecho por ti. Has estado siempre metiéndote en problemas y jamás te han castigado con gravedad.
—Tristán —dijo Tarikan girándose hacia él.
El marqués levantó su rostro, pero no entendió que era lo que quería hasta que bajó sus ojos y vio la mano estirada del duque.
—Te voy a mostrar mis verdaderos motivos.
El hombre dudó unos segundos, pero mirándolo a los ojos, tragó un poco de saliva antes de mover su mano hacia él. Si lo pensaba no lo haría, así que actuó rápidamente antes de detenerse a meditar las cosas.
Con un fuerte agarré, confío nuevamente en el esposo de su hija y en cuanto el duque apretó su mano, una nueva experiencia pudo presenciar.
Como si de un vídeo con imágenes se tratara, su mente visualizó una acumulación de situaciones grotescas que el duque quería mostrarle, fueron solo dos segundos cuando el duque soltó su mano.
Dentro de aquellos recuerdos, el marqués pudo ver la habitación de los espejos, niños pequeños tratando de sacarse cuerpos adultos de encima mientras eran abusados y asesinados entre las risas provenientes de cuerpos ensangrentados.
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Tarikan - Las cadenas de la Corona
FantasiSu gente, su pueblo, sus sueños, todo lo que era importante acabó aquella tarde. Los monstruos gobernados por un demonio atacaron el marquesado aniquilando todo a su paso y la ayuda llegó bastante tarde. Llevada a la capital junto a su familia, Ayno...