18.- La torre de las serpientes.

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La fiesta que había organizado la marquesa Sophia fue acogida por muchos nobles, una actividad con gran oportunidad para que los jóvenes pudieran conversar y conocerse. Poco a poco se presentaron dos marqueses de la misma región y seis condes, también había mujeres de buena cuna, damas hermosas que rápidamente encontraron simpatía en las hijas adoptivas del marqués Tristán.

Por otro lado, Aynoa no se dejó intimidar lo suficiente por Sophia, sabía que ella estaría tramando algo para que su virtud fuera puesta en juego y no se quedaría con los brazos cruzados, mientras se preparaba para bajar al pequeño evento miró a su criada y sonrió mojándose los labios.

—La marquesa pidió que se lavaran todos sus vestidos —dijo Aynoa— ¿Puedes informarles a las sirvientas de Sophia que lo hagan?

—¿Todos sus vestidos?

—Sí, padre, le compró unos nuevos acordé a la capital, los viejos los lavará para luego ser donados.

—La marquesa Sophia es muy generosa —dijo su criada terminando de hacer su cama.

—¿No cierto? Comparto tu sentimiento por ella —dijo sonriendo mientras se miraba al espejo— ¿Habrá mucha gente?

—Sí, mi leidy, va a ser un hermoso día.

Aynoa tenía la última oportunidad de invitar al duque a la pequeña fiesta, desde la noche que había salido y lo había visto evitó pensar en él. Todo había sido un tormento con aquella experiencia aterradora, y aunque sabía que le había mentido a Sophia, solo hoy se armó de valor para buscarlo.

—Preparen un carruaje, no quiero que el marqués se entere, así que hazlo esperar en el costado sur del jardín.

—¿Un carruaje?, ¿no irá a la fiesta?

—Claro que iré, pero antes iré a la torre del duque.

—¿No está segura que vendrá?

—Solo haz que preparen el carruaje.

—Sí, mi Leidy.

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El lugar donde se habían quedado junto a su familia era bastante hermoso, con pastos y flores bien cuidadas. Tenían piletas y terrazas elegantes para pasar la calor, pero mientras el carruaje fue llegando a la famosa torre de las serpientes, Aynoa pudo notar que era bastante alta, no era ancha como los castillos, parecía que solo podía haber dos salones grandes en el primer piso. La torre se levantaba llena de ventanas y vegetación cubriendo los pisos inferiores, era tan alta que no sabía cuantas habitaciones podía tener. Cerca de ella también había dos edificios pequeños donde sin duda encontraría la cocina y las habitaciones de las sirvientas.

Los murmullos se escucharon rápidamente en cuanto Aynoa tocó el pasto con sus pies, después del evento nocturno parecía que todos los soldados de las serpientes sabían ya quién era ella.

—¿Qué hace esa mujer aquí? —susurró uno.

—Asumo que ha venido sin invitación ¿Tendrá algo importante que hablar con el duque? —rio otro.

—Señorita, ignore lo que dicen, estos hombres nunca han tenido modales —dijo la sirvienta que la había acompañado.

—Lo sé, no te preocupes —dijo ella acercándose a un hombre que estaba en la puerta—. Buenas tardes, sir. Soy Aynoa de Georgely, busco al duque. Le agradecería que pueda guiarme hacia él.

El hombre solo la miró sin decir nada e intercambio una mirada con el otro soldado, parecía que Aynoa realmente se había ganado un puesto en el disgusto de todos. Ella no retrocedió, los observó hasta que una mujer salió del interior de la torre y caminó frente a ellas.

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora