Ragnur estaba orgulloso de lo que había hecho, el hechizo del rey se había roto, pero también había despojado a su aprendiz de algo que sin duda despertaría su codicia. Mientras Tarikan usará a Siri, más pronto aquel demonio tomaría su cuerpo y su mente a su merced.
—¿Sientes eso? Es el verdadero poder viajando por tus venas Tarikan. Nadie merece ahora tu compasión.
—Compasion ¿Eh? —La voz de Tarikan había bajado al menos dos tonos de lo que era normal.
Se puso de pie lentamente y observó su mano y las venas de sus brazos que sobresalían como si se hubiera ejercitado. Era extraño, sentía como si en su interior existiera el infinito, dónde los límites se habían eliminado y podía sentir lo que realmente significaba el poder de la magia oscura.
—Los reyes no sabrán de este cambio, al menos que utilicen el collar, creo que es suficiente tiempo para que te encargues de todo.
—¿No te interesa la corona? —preguntó el duque.
—No, solo vine por la escama del dragón , creo que es suficiente lo que he hecho para tu beneficio, ahora, dámela.
Tarikan giró su rostro lentamente hacia él, pero sus ojos se tardaron más en posarse sobre su mentor y luego una leve sonrisa se dibujo en su boca. El duque en una fracción de segundos tomó un gran machete que usaba para diseccionar y la incrustó en la mesa haciendo un sonido fuerte y violento. Las cosas se derramaron por el suelo frente al hombre.
Ragnur tardó solo unos segundos en darse cuenta que una de las cosas que había caído de la mesa fue el dedo meñique del mismo duque. Subió su mirada solo para recibir un golpe con el puño bien apretado.
—¡No puedes! —dijo cayendo al suelo con el duque encima.
—Nunca confíes en el perro que siempre golpeaste.
—Megs tis...—Ragnur intentó hacer un patrón de defensa, pero el duque no tardó en volver a golpearlo hasta que lo dejó inconsciente. No tuvo ni una pizca de remordimiento.
Cuando se dió cuenta que el hombre no se movía más, se incorporó y miró su mano izquierda. No podría recuperar su dedo, ya que si lo hacia este volvería con el pacto que había hecho.
—Lo perdido, muerto está —dijo sacando una luz azul de curación y en cosa de segundos su dedo que brotaba sangre se detuvo y comenzó a cerrarse.
Entonces volvió a ver al hombre y tomándolo del borde de la ropa de lo llevó arrastrando.
—Si me conocieras —dijo mientras su voz hacia eco por el lugar—. Sabrías que no necesito nada para apoderarme de esas fuerzas, y si no tengo quien me enseñe de esa magia, lo voy a descubrir tarde o temprano sin la ayuda de nadie.
Ragnur fue encerrado bajo una barrera, aunque no había sido difícil reducirlo, aquello solo fue así porque el duque lo tomó desprevenido y el hombre había confiado que su ahijado seguiría siendo el mismo tonto y fácilmente indulgente.
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Por momentos, el duque creyó que ahora que Arkan no estaba en su espalda podía ser privado de todo sentimiento de pureza y amor, pero no fue así.
Todo ser humano tiene algo cruel en su interior, la mayoría solo lo suprime muy en el fondo, pero cuando está la posibilidad de disponer de un ser humano y verlo como juguete, sin límites ni responsabilidad, las atrocidades que pueden haber en la mente de esa persona son perturbadoras. La mayoría de gente normal, puede volverse muy violenta cuando le dan las posibilidades. Posibilidades que eran ilimitadas hoy para aquel hombre.
En el medio de la noche, mientras los sonidos de los grillos se podían escuchar al interior del castillo, Aynoa había vuelto a dormir, acurrucada entre las sábanas con una almohada entre las piernas no se dió por enterado del tiempo que fue observada en el medio de la oscuridad.
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Tarikan - Las cadenas de la Corona
FantasySu gente, su pueblo, sus sueños, todo lo que era importante acabó aquella tarde. Los monstruos gobernados por un demonio atacaron el marquesado aniquilando todo a su paso y la ayuda llegó bastante tarde. Llevada a la capital junto a su familia, Ayno...