26- Verdades del futuro

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No era primera vez que se agarraba a golpes con sus hermanastras, pero viéndolas a ambas acercándose a ella otra imagen pareció sobreponiéndose frente a ella. Una pelea a combo limpio en un callejón extraño con luces más fuerte que un farol en una calle con suelo lizo y duro.

Tardó unos segundos en volver en si misma justo para esquivar la mano de Mariam que iba directo a su cabello, empuñando fuertemente el puño le dio alimento a su golpe con el rostro de su hermanastra.

—¡Señoras sus hijas!— grito una criada.

Un gran alboroto se hizo en aquella habitación, las niñas no se detuvieron a pesar que la marquesa se presentó a los minutos de haber escuchado la voz de las criadas.

—¡Basta, basta! –dijo ella tratando de separarlas, pero fue también golpeada por una de ellas. Los gritos no se detuvieron y los golpes tampoco.

Los soldados junto a las criadas pudieron separar a las tres mujeres luego de unos minutos, con los cabellos desmarañados se veía en sus rostros el enojo que cada una de ellas tenia.

—No puedo creerlo, ¡¿Cómo es que se tratan de esa forma?!

—¡TU!— Aynoa recordó la pesadilla de anoche y viendo a la marquesa sin ningún remordimiento en su rostro se abalanzó contra ella.

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—Mantengamos la calma— dijo Sebastián mientras bajaba de su caballo en el castillo real— si todo sale bien, saldrás de aquí comprometido.

—Jodete, suena tan horrible— dijo Tarikan mientras negaba con su cabeza.

—Al menos la muchacha se ve tranquila— dijo Caleb.

—Tranquila mis pelotas. No puedo creer todo lo que estás haciendo, eres un cobarde, pero te apoyo. Eres una rata aun enjaulada— dijo Merlín escupiendo al suelo.

—Hablando de eso— dijo el duque ignorándolo— Caleb te dejaré a ti el cuidado de la señorita.

—¡¿Qué?! Usted no puede...

—¿Disculpa? Eres el más tranquilo de todos nosotros, por las cosas que vivimos en este puto castillo, cuidaras a la hija del marques en mi ausencia— Tarikan no esperó ninguna respuesta, dando pasos hacia el castillo, se movió calmadamente hacia su interior.

Dentro parecía que todos se habían reunidos en el gran salón, las voces traspasaban los muros y se podía escuchar millones de murmullos entre los pasillos.

—Tarikan— dijo Caleb acercándose a él y bajando la voz— ¿Por qué haz sacado ese tema? ¿Acaso te has encontrado con los muchachos?

—No, no he visto ni un solo niño y no quiero verlos, pero entre la familia del marques algo parecido está ocurriendo desde que Tristán trajo a esa zorra de Miminch.

—¿Te preocupa la mujer que tomaras? Eso no lo esperaba.

—Digamos que este matrimonio, salvara a dos pájaros con un solo tiro. Conversaremos de esto cuando la reunión termine.

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Desesperación y un dolor agudo cubrió toda la nariz mientras intentaba soltarse de los brazos de cuatro criadas que la tenían bien agarrada. Sophia no tuvo piedad y mientras conversaba tranquilamente la mujer sintió la verdadera oscuridad de ella.

—Levántenla— ordenó y las sirvientas soltaron su cabeza. Aynoa salió rápidamente del agua tomando una bocanada tan grande que el mismo aire la atoró y la hizo toser— jamás pensé que ibas a atreverte a hacer lo que hiciste. Te has vuelto una maldita perra que abre las piernas a quien quiera y golpeas como un matón de callejón. Dime ¿Dónde está el hombre que ayer estuvo en tu cama? ¿Le diste los que fue a buscar?

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora