85.- Una flor con vida eterna

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Aynoa sentía que se ahogaba, algo le apretaba el pecho tan fuerte que no podía respirar, sentía algo similar a lo que se podía sentir estando debajo del agua, pero de repente sus pies que la mantenían en el fondo de ese mar la soltaron.

El sonido que hizo su boca fue tan fuerte que despertó al soldado que estaba custodiandola.

—Duquesa —dijo Caleb poniendose de pie.

Asustada aún, se agarró el pecho tratando de tomar todo el aire que necesitaba su cuerpo. No podía pensar en nada, solo miró a Caleb y tomó fuertemente de su brazo estrujando la ropa de él.

—Ha vuelto, cálmense y respire con tranquilidad.

—¡Caleb!, Caleb...—dijo asustada, miró al soldado y luego miró por la ventana, el sol recién comenzaba a salir.

—Tranquila, todo está bien, ya pasó...

—Yo...yo... ¿Me has llamado duquesa? —dijo agarrando su ropa y acercándose a él.

—Claro que sí, usted es la señora del duque.

—Soy...soy su esposa...—Aynoa no pudo evitar abrazarlo, cerró los ojos al escuchar esas palabras que tanto quería escuchar.

—Sí, lo es —dijo levantando su rostro. Incómodo por no saber cómo reaccionar a su abrazo mantuvo las manos a sus costados—. Si el duque entra, me metería en problemas.

—¿Dónde está? —dijo ella tratando de ponerse de pie.

—Duquesa Aynoa, espere —dijo el tomando sus brazos y volviendo a sentarla en la cama—. Recuerde su estado, por favor tome todo esto con calma.

—¿Con calma? —Aynoa estaba afligida, se sentía desesperada por ver a su esposo y sentir que realmente había vuelto.

—El hechizo ya ha terminado, su padre despertó de los primeros y Sophia hace poco, solo faltaba usted.

—¿Gabriela?

—No, el marqués la dejó fuera de todo esto.

—¿Mi...mi padre sabía que esto ocurriría?

—El firmó unos documentos antes de entrar al hechizo.

Caleb le fue explicando lentamente lo que había ocurrido. Tarikan nunca tocó nuevamente a su hermana, la hundió en un sueño de una realidad paralela y no fue la única.

Para cumplir con ese último día, ella iba a permanecer sin dolor cumpliendo lo que más había anhelado, mientras que la gente que solicitaba ese hechizo los haría revivir un hecho donde internamente sentían culpa.

Aynoa aún se culpaba por haberse casado con el duque, por lo tanto su sueño fue devolverle la oportunidad que robo a Mariam. Tristán llevaba la mayor culpa de todos y el sueño que revivió fue el ataque de Abeul siendo el mismo un aldeano cualquiera de Sinova, y Sophia volvió a revivir la vida donde ella era remplazada por una mujer más joven, así como ella había hecho después de morir la antigua marquesa.

Caleb fue preciso en explicar que Aynoa había sido afortunada. Dentro de Siri el tiempo era relativo, muchas personas habían estado atrapadas allí por años cuando en realidad fuera del hechizo solo había ocurrido un solo día.

—Tarikan me castigó...

—No lo vea de esa forma.

—Pudo haberme advertido.

—¿Y eso hubiera cambiado algo? Con todo respeto mi señora, pero usted muchas veces es muy terca para algunas situaciones. Yo no iba a permitir que nada le pase, en su condición y a pesar de que nadie sabe, yo vele por su bienestar.

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora