80.- Indefenso cervatillo y el cazador

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En la capital, Newrom fue el primero en ver algo inusual, caminando por los patios traseros una mariposa negra se fue acercando a él revoloteando frenéticamente. Era extraño por la hora de la noche y también porque nunca había visto una de ese color.

Todo lo entendió cuando una ola de pájaros negros comenzaron a aparecer golpeándose contra el suelo. Su pupila se dilató más por la ansiedad que por el miedo, como un cervatillo que escucha las pisadas de un cazador.

—Mierda —soltó. La pequeña mariposa solo era una marioneta del duque que gracias a ella supo dónde el conde se encontraba.

Newrom dió pasos atrás mientras veía como el cuerpo del duque iba apareciendo. Su rostro no parecía tener ni una sola intención de conversar sobre el asunto. Serio y con unos ojos tan filosos como el filo de una espada, Tarikan se fue acercando. Lo que le había ocurrido a su hechicero era suficiente para darse cuenta que su sacerdote había intentado evitar que él demonio del duque volviera a su cuerpo. No esperaba que se presentará a buscarlo.

—No es agradable verte —dijo el conde mientras miraba disimuladamente a su alrededor, pero estaba solo. No pudo evitar sentir un poco de temor, el pasto era oscuro a los pies del duque y ya no parecía ser el humano que se había marchado de la capital.

El hombre no dijo nada, con sus labios firmemente cerrados estiró su mano hacia un costado y comenzó a salir una espada negra como el ónix. El conde no le quedó de otra que también desenvainar su arma y rezar a Dios.

—Duque, sabes que Gerald volverá a castigarte si...—El conde no alcanzó a contestar cuando el duque se abalanzó hacia él. El sonido de las espadas dejó una vibración en el ambiente y la fuerza de ambos comenzó a competir entre ellos.

Newrom dió pasos atrás, por más que alzaba la espada parecía que el duque daba el golpe con todas las fuerzas que podía tener. Sus manos pronto comenzaron a doler con cada embestida, pero Tarikan no se detuvo un solo momento.

El conde alzó su espada sobre su cabeza y con un movimiento veloz trató de contratacar sin éxito en sus movimientos.

Los ojos del duque se mantuvieron con una pupila completamente contraída, se movían rápidamente y no perdió ni un solo detalle de su oponente. Newrom supo que estaba en problemas, no había un solo cambio en el rostro del duque y eso le aterró. El mismo rostro que podías ver en él sentado en una mesa, era el mismo que ahora lo atacaba sin piedad.

No tardó en caer al suelo, su espada detuvo uno de los ataques de Tarikan mientras puso una pierna en el estómago de él, para mantenerlo a una distancia prudente. Era ya difícil lograr levantarse, sin un solo guardia que pudiera ayudarlo, el duque estaba consciente de cada acción que estaba tomando.

Cómo un animal el duque cargó todo su peso en sus brazos, sus ojos ni siquiera miraron al hombre, sino en la punta de su espada que poco a poco se fue acercando al cuello del conde.

—¡Te arrepentirás! —dijo Newrom apretando los dientes mientras que su espada comenzó a temblar. Su vida costaba solo un segundo, un segundo que sus brazos dejarán de empujar y el duque le rebanaria la garganta.

—Tiada yang kekal, semuanya mati, tiada yang boleh bertahan.

“Nada permanece, todo muere, nada puede perdurar”

—¡No, puto bastardo! —gritó Newrom.

—Jika satu jatuh, orang lain akan bangkit.

“Si uno cae, otros se levantarán”

—Arg... —Newrom pronto comenzó a perder la fuerza, apretando los dientes fuertemente la espada del duque encontró carne. Una gota de sangre se deslizó por su piel, mientras poco a poco la espada le fue cortando.

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora