La comida fue gigantesca Aynoa no se le permitió bailar con otros hombres que no sea su ahora esposo y el duque no mostró interés en aquello. Sentada en la mesa vió la comida tratando de pensar en como cambiaría su vida ahora.
El gran salón se llenó de un banquete enorme, los invitados compartieron todos juntos allí mientras que comían, otros reían juntandose en pequeños grupos y otros bailaban en el medio de la pista. Una gran fiesta digna de un hombre famoso para todos.
Castilville era más liberal pensando en eso, Aynoa se llenó de preguntas de como serían las fiestas allá, como son los bailes, incluso si el duque allá participaba. Mirandolo de reojo se sentía extraña, se veía bastante bien con el color blanco cubriendo todo su cuerpo, sus ojos parecían acentuarse más, pero aún así, se sentía incomoda. Tarikan estaba justo a su lado pero no sentía que así lo fuera, más bien sentía que estaban distanciados por metros y metros.
Ambos se ignoraron en todo el transcurso de la comida, el duque conversó casi toda la velada con sus hombres que estaban hacia el lado derecho de la mesa, pero Aynoa no intercambio ni una sola palabra con alguien.
Solo el marqués se quedó para la cena, Sophia y sus hijas marcharon en cuanto el duque beso a la mujer. Entre los llantos de la hija mayor de Sophia se escabulleron con el permiso del marqués para retirarse educadamente, no podían estar en aquel lugar siendo el hazme reír de todos. La noticia de que el duque prefirió a otra de las hijas fue esparcido por todos los ciudadanos.
Hundida aún en sus pensamientos bajó la mirada para fijar sus ojos en sus manos y fue cuando el duque se puso de pie moviendo la mesa que tenían al frente.
Aquel acto le aceleró el corazón, sabía que debía pasar la noche con él pero no quería que ese momento llegará. Que él se pusiera de pie fue suficiente para que las criadas se acercarán a ella y le hablarán al oído, al mismo tiempo que la gente comenzó a aplaudir.
—Es hora duquesa, debe ir al cuarto en este momento.
Aynoa podía sentir el palpitar de su corazón en su cabeza, y como su respirar se disparó de un momento a otro. Parecía que no había escuchado nada y se mantuvo allí sentada sin mover ni un solo músculo. Cuando por fin lo hizo se encontró con la mirada de todos los invitados, que esperaban que ella se retirará como era tradición.
—Majestad —agregó poniéndose de pie y bajando la cabeza hacia los reyes y luego volteó hacia su ahora esposo e hizo lo mismo—. Duque.
Nerviosa trató de controlar su cuerpo respirando profundo, salió de allí avergonzada ya que todo el mundo sabía lo que le esperaba está noche. Más de una lágrima rodó por su mejilla.
Los días anteriores había llorado lo suficiente, como para aceptar el hecho de que su familia no era lo suficientemente buena para ella. Sophia nunca la dejaría tranquila, tratada como si fuera algo de poco valor sabía que quizás en el ducado, aquello podía cambiar un poco. Convencida por las palabras del duque, se había casado, pero avergonzada estaba consciente que hoy el duque tenía todo el derecho de hacer lo que quisiera con ella.
El acto lo enseñaban las damas mayores, pero con Aynoa fue distinto, no hubo alguna mujer que quisiera recomendarle, después de lo que había hecho, la servidumbre y todo el personal le dio la espalda por usurpar el puesto que le iban a dar a Mariam.
Recordó entonces algunas palabras de Milla su antigua criada, ella una vez le contó que había visto a una pareja besarse y tocarse en los establos, pero dijo que la mujer parecía estar en un estado confuso entre la risa y el dolor, cómo si el hombre le hiciera cosquillas debajo de la ropa. Solo por aquella criada, sabía que significaba una relación sexual.
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Tarikan - Las cadenas de la Corona
FantasySu gente, su pueblo, sus sueños, todo lo que era importante acabó aquella tarde. Los monstruos gobernados por un demonio atacaron el marquesado aniquilando todo a su paso y la ayuda llegó bastante tarde. Llevada a la capital junto a su familia, Ayno...