Tarikan estaba con la adrenalina a todo motor, no sentía dolor suficiente para incapacitarlo, pero el brazo derecho aún lo sentía como si allí estuviera, la sensación fantasma perduró mientras el procesaba cada ataque.
Debía invocar a Siri para que entrara en él, pero al perder el brazo el tatuaje invisible que tenía cuando Siri estaba en su interior se había roto. Tenía solo unos minutos el cual ignoró tratando de salvar su vida del dragón blanco.
El dragón estaba herido y con movimientos lentos era una presa fácil para cualquier depredador, pero había subestimado su ferocidad por su poco tamaño. Se había olvidado por unos segundos que el animal aún estaba con vida y que sus propios hombres habían perecido ante el ataque. Aún así, el dragón no viviría mucho, Tarikan no lo vio venir, y cuando levantó el rostro al cielo ya era tarde para solo intentar cubrirse antes de ser agarrado y zamarreado hasta que su estremidad se separó de él.
Sus hombres pronto comenzaron a desaparecer al usar los collares, Sebastián también se marchó antes de percatarse que en duque no iría con ellos.
El dragón grande volvió a abrir la boca y en su interior todo se iluminó, el hechicero y hasta ahora el único con vida en el lugar cubrió el ataque con uno de sus hechizos. El animal ya no tenían fuerza para seguir, el dragón giró lentamente, con su cola arrazó los troncos carbonizados y con ello todo lo que estaba a su paso.
—Oh no...—dijo antes de volver a ser golpeado y lanzado lejos de allí.
Siri volvió a envolver el cuello del animal, era grande pero aún así el dragón superaba su tamaño, Tarikan que había caído cerca del cuerpo del dragón blanco tomó unos minutos en recuperarse. Miró el cielo acostado en el suelo, mientras los gritos del gran dragón hacia que todo vibrara. Pensaba que está vez sería comido por completo, pero cuando giró su rostro, notó que el dragón blanco ya había dejado de respirar.
¿Este era el fin? ¿Cuántas veces había dicho esa frase en su vida? Anteriormente hubiera aceptado morir ahí sin más, pero ahora se sentía incapaz de hacerlo. Si debía morir quería hacerlo bajó sus decisiones, o bajó sus manos, pero no por la cobardía de otros.
El dolor lentamente comenzó a aumentar como un ardor que quemaba constantemente por dentro. Se sentó con dificultad en el suelo mientras que sentía que sus ojos derraman una que otra lágrima y vió las escamas del dragón blanco a su lado.
—Siri... —susurró, pero la serpiente no lo escuchó había tardado y en este momento tenía un vínculo con ese moustruos, pero no uno que ella fuera a obedecer.
Tarikan estiró su mano hacia adelante y con sus últimas fuerzas dijo palabras de un antigua lengua, palabras tan negras como el demonio que había tenido tatuado y tan aterradoras que cualquiera que los escuchará podía caer maldito.
Entonces sus ojos comenzaron a sangrar y su pelo volvió a tomar un color negro oscuro. La sangre derramada por todo el lugar se fue elevando cómo gotas separadas, la fuerza de gravedad comenzó a cambiar y todo tomó altura.
El dragón rugió con más fuerza y abriendo su boca lanzó fuego por el cielo, cada vez que lo hizo la yama se hizo más pequeña al mismo tiempo que chilló agudamente. Siri se fue enroscando a un más.
Tarikan tomó control de todo el animal, temblando y a punto de desvanecerse, lo elevó lo más alto posible mientras que su serpiente comenzó a romper los huesos de la bestias.
Fueron minutos, minutos dónde la energía mágica se agotó y comenzó a consumir su propia vida.
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Los días comenzaron a pasar, pero no hubieron noticias del duque o de Merlín, tampoco se observaron algún avistamiento en el cielo de algún lagarto volador, pero lo peor de todo era que el rey no dió el permiso hasta que tres días se completarán.
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Tarikan - Las cadenas de la Corona
FantasySu gente, su pueblo, sus sueños, todo lo que era importante acabó aquella tarde. Los monstruos gobernados por un demonio atacaron el marquesado aniquilando todo a su paso y la ayuda llegó bastante tarde. Llevada a la capital junto a su familia, Ayno...