70.-Represión, amor y rebeldía

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Era de tarde y Aynoa llevaba bastante tiempo observando al duque que estaba sentado en una de las bancas del patio del castillo. Habían pasado ya dos semanas de lo ocurrido y entre ambos habían decidido salir de la habitación antes de tener que ir a la reunión con el rey.

La capital se estaba preparando para recibir a Romulo en los próximos días y el incidente con los dragones quedó pendiente mientras el duque no podía corroborar la veracidad de las palabras de los soldados. Mientras Siri no volviera, todos dudaban de Tarikan y sus hombres.

El duque se había recuperado lentamente, tenía la fuerza de un humano promedio, pero aún se cansaba cuando debía caminar largos tramos. Aún así, Aynoa lo había visto que cada cierto tiempo, el duque alzaba la mano derecha frente a él y se observaba la palma.

—Si te sigues mirando la mano se va a desgastar —dijo ella y el hombre enseguida subió sus ojos sin mover su rostro.

—¿Estás intentando fastidiarme?

—Claro que no, ¿cómo podría fastidiar a mi esposo, yo una dama hecha y derecha?

—¿Hecha y derecha?, creo que has pasado suficiente tiempo conmigo como para creerte el cuento —dijo poniendose de pie con lentitud—. Has olvidado un detalle.

—No, Tarikan no lo digas —dijo ella soltando una pequeña risita mientras se tapaba la boca y negaba con la cabeza.

El duque de rio de ella mientras llegó a su lado y apoyó una mano en la mesa y la otra en el respaldar de su silla. Aynoa levantó su mirada y sus ojos se quedaron en la pupila de él.

—Cuando te conocí... —dijo él soltando una melodía.

—No, no, sé lo que dirás, ¿acaso nunca lo olvidarás?

—¿Cómo podría? Cuando pregunten cómo un hombre conoció a su esposa, todos dirán cosas bellas y románticas, ¿que quieres que diga yo?

—Que mientas, ese secreto solo es tuyo y mío.

—Que te conocí en un puente.

—Y me lanzaste al...

Aynoa sintió las manos de él tomar su rostro y lentamente el duque se inclinó robándole un beso que la silenció con rapidez. Hasta el día de hoy no había ninguna señal de ser íntimos, este era el primer beso después de un largo tiempo.

—Estoy seguro que tú rostro no se gastaría si lo mirase todo el día —dijo lentamente y volvió a besarla.

—Tarikan —dijo ella en cuanto se separó de él y rápidamente miró a su alrededor—. No aquí.

—No hay nadie —agregó el volviendo a besarla.

La iglesia tenía mucha influencia en la capital, los ojos estaban puestos constantemente sobre ellos que incluso hoy dormían en cuartos separados.

Caleb había estado resguardando al duque a una distancia prudente, luego de ser duramente retado por la duquesa, y avalado por el duque no me quedo más que poner toda su atención en el hombre. Hacia muchísimo tiempo que no veía a Tarikan siendo un hombre común y corriente, muchos recuerdos de lo vivido junto a él también estuvieron presentes, pero sin duda lo que él vivió allí, no se comparaba con el tiempo que pasó el duque con los reyes.

Giró su rostro hacia Tarikan y lo que vió abrió su curiosidad. No lo había visto ser el hombre que Aynoa conocía, la atención que le ponía, cómo la miraba, como sonreía a su lado y ella hacia exactamente lo mismo.

Cuando la besó, el soldado soltó un leve suspiro con una sonrisa, esa parte del duque le agradó y ver la conexión que tenían ambos visualizó una pareja real.

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora