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A los seis días de ser liberado, la familia de Tristán estaba esperando la visita del duque para la cena donde se conversarían los últimos preparativos para la boda que se haría. Sophia estaba complacida, orgullosa de que su hija mayor por fin se casaría con un hombre adinerado y también porque el marquesado sería costeado por su futuro esposo.

Aynoa volvió a meterse en problemas en los que pasaron los días, Sophia la pilló lanzando sin cuidado el contenido de la bacinica por la ventana donde justamente Mariam estaba allí. Castigada y encerrada incluso por su padre, se llevó nuevamente la furia de su madrastra.

Sus sirvientas se las habían quitado y Sophia fue la que se encargó de vestirla apropiadamente para la cena, ocultando su espalda, apretó fuertemente el corsé que llevaba y Aynoa no pudo decir una sola palabra.

—Duque de Castilville, me da gusto que llegara —dijo el Marqués poniéndose de pie para recibirlo luego de que el mayordomo lo anunciara.

En un salón pequeño bastante íntimo, ambos hombres se sentaron en unos sillones mientras frente a ellos las criadas servían meriendas. Era una tarde bastante fresca y hermosa.

—Enseguida vienen las damas, mi hija Mariam es una mujer bastante educada, le servirá bien.

—¿Desea vino, señor? —preguntó una de las sirvientas, pero Tarikan solo levantó la mano deteniendo el jarro que había puesto en una copa.

—De acuerdo a lo que dijo el rey el dote, ¿cuándo lo entregaras?

—El día próximo a la boda, sabes lo difícil para mí conseguir ese dinero después de lo que ocurrió en Abeul.

—El rey tendrá a disposición mis ingresos, después que deje la capital, no es necesario que estés en contacto conmigo, comunícate directamente con el gabinete del rey.

—Comprendo —dijo Tristán encendiendo un cigarrillo— ¿Fuma?

—No

—Es una pena, estos puros lo han traído desde muy lejos, tiene un agradable olor —dijo Tristán mientras subía una pierna sobre la otra—. Mi personal ha lavado su prenda, se la entregarán antes de que se marche. Cuando escuché que había sido liberado pensé que podría venir a visitarnos, se dice que estar solo ayuda a pensar mejor las cosas.

—Concuerdo con usted. —Tarikan se tragó una pisca de mal humor, pero después de todo Tristán decía algo verdadero. Estando solo en una celda, su mente llegó a la conclusión de los planes que había comenzado a hacer.

—Quédese tranquilo, nadie tocará el tema de que estuvo en prisión, estoy seguro de que debió ser un malentendido. Algo poco...

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—Te ves hermosa —dijo Gabriela alagando a su hermana—. Estoy segura de que le encantaras.

—Cuiden sus modales, sus palabras y su postura. El duque tiene que ver qué somos una familia de gran clase y que merecemos que Mariam sea la futura duquesa.

—Duquesa ¿Escuchaste eso, hermana?

—Dicen que el duque no está interesado en mujeres, ¿qué les afirma que le gustará lo que verá? —dijo Aynoa que venía un poco más atrás, pero enseguida recibió una cachetada de Sophia que volteó sin pensar.

—Tú te callas —le dijo apuntándola con el dedo índice mientras la joven acariciaba su rostro recién golpeado—. No tienes derecho de hablar y te prohíbo pronunciar una sola palabra delante del duque maldita, estúpida, después de lo que has hecho, Dios ya no me da la misma paciencia contigo.

—Mamá, que dirá el duque si le sigues pegando —dijo Mariam.

—Sí, lose tienes razón, pero no es para tanto. Volviendo al tema. —Sophia agarró levemente el brazo de su hija y continúo el camino hacia el salón recobrando la compostura—. Mañana vendrá el obispo a confirmar tu virtud, tienes que ser fuerte toda mujer noble que despose a un hombre con títulos pasa por lo mismo.

Tarikan - Las cadenas de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora