Capítulo 13 💛

3.4K 242 11
                                    

Lexi:

Más torres que Trump, más dólares que Bloomberg. Bart Bass dejó su marca en Manhattan. La muerte de una figura pública puede sacudir una ciudad. Pero la verdadera historia siempre es la que ocurre en privado lejos de los titulares, en casa.

Apago la pantalla de mi celular y suelto un suspiro cansado. Supe que mi abuela había llegado a la ciudad pero no he tenido tiempo de ir a saludarla. Ni siquiera he hablado con Carter, solo un par de textos de vez en cuando. Mi prioridad en este minuto es Chuck.

Como era de esperarse luego de la muerte de su padre, Chuck se empezó a quedar en su suite del Palace. Le pregunté si podía hacerle compañía y no se negó, pero tampoco accedió, se limitó a dejarme entrar sin decir palabra.

En eso se resume nuestra nueva convivencia, dormir en la misma cama sin toparnos y comer juntos, a eso le sumamos el no cruzar más de diez frases en el día. Entiendo su duelo y le estoy dando espacio, cuando quiera venir a mi lo hará.

También me he encargado de que no se intoxique con alcohol, pues ha estado bebiendo desde entonces. Decir que estoy preocupada se queda corto.

—Ya me bañé y me puse el traje, como pediste —murmura saliendo de la habitación—. ¿Feliz?

—Tienes los zapatos al revés —comento relajada—. Siéntate, yo te ayudo.

—No soy un niño, puedo hacerlo solo.

—No me contradigas, siéntate —ordeno, lo hace de mala gana—. ¿Tienes hambre?

Niega levemente, me agacho y desabrocho los cordones de los zapatos para intercambiarlos. Me mira desde su lugar con algo de pena, cuando termino mi misión le acaricio la mejilla levemente.

—Deberías cambiarte también.

—No me demoro mucho, no te preocupes —le digo, se levanta del sofá para ir a la puerta—. ¿Vas a alguna parte?

—Solo al bar de abajo —informa, coloco una mano en mi cintura y lo miro con seriedad—. Por algo de negocios, lo juro.

—Solo vuelve pronto, si me necesitas...

—Te llamaré, lo sé —me interrumpe—. Estoy bien, bonita. Estoy bien.

Cierra la puerta dejándome preocupada, corro al baño para darme una ducha y luego ponerme el vestido negro. Abrocho mis tacones y amarro mi cabello en una trenza, envió un mensaje para avisar a los demás que estamos vivos.

Cierro los ojos al ver a Chuck ingresando a la suite con una botella en mano, ya se ha tomado la mitad y huele mucho a alcohol. Las ojeras y el cabello despeinado le dan una mala imagen.

Sus ojos no reflejan mucho, están vacíos y fríos. Nunca lo había visto de este modo.

—Lindo vestido —comenta, su voz ronca—. Ideal para enterrar a mi padre.

—Chuck, debes dejar de beber —le digo con calma—. Tenemos que ir a la iglesia.

—¿A quién le importa la maldita iglesia?

—Mírate —niego con la cabeza—. Por favor, haz o di algo. No has llorado, no has vivido tu duelo.

—Lo hago a mi manera.

—Chuck, puedes desmoronarte de vez en cuanto. No te hace débil, te hace humano —insisto—. Necesitas soltar lo que sientes.

—¿Quieres verme llorar? No tendrás el privilegio. Estoy bien.

—No, no lo estás —insisto—. No estás bien con solo decirlo, debes sentir que estás bien.

—Llama a la limusina, tengo que ir a enterrar a mi padre —bebe otro sorbo—. Terminemos con esto.

ꜱᴀꜰᴇᴛʏ ɴᴇᴛ | ɴᴀᴛᴇ ᴀʀᴄʜɪʙᴀʟᴅ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora