🖤 Capítulo 13 🖤

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Judith tosió brevemente cuando le llegó el acre humo. Derek la miró, luego se levantó de la cama y puso el puro sobre la mesa, lejos de la cama, en el cenicero.

A Judith le sorprendió un poco su inesperado comportamiento.

El viejo Derek tenía mal carácter y le echaba el humo del puro a la cara cuando discutían. Fue esta pequeña diferencia la que le hizo darse cuenta de que el hombre que tenía delante no era realmente su marido.

En medio de sus cavilaciones, escuchó un fuerte golpe y la cama volvió a inclinarse profundamente hacia un lado.

Los ojos de Judith se abrieron de par en par al ver de nuevo la gran figura que se cernía sobre ella.

-¡Ah...!

Su contacto le revolvió el estómago. Lanzó una profunda carcajada al ver lo que le había ocurrido a su cuerpo, electrizado por el mero contacto de las yemas de sus dedos.

-No, no lo volverás a hacer, ¿verdad? -preguntó Judith pensativa mientras observaba cómo Derek retiraba las mantas que cubrían su cuerpo.

Él le dedicó una sonrisa pícara sin contestar.

Justo cuando la ansiedad de Judith iba en aumento, los dedos de él rozaron su duro pezón.

-¡Mmm!

-Todavía hinchado.

Sus senos estaban cubiertas de marcas rojizas por las burlas de él, y sus pezones habían estado hinchados todo el tiempo. Cuando pasó los dedos por los picos dolorosamente sensibles, Judith no pudo evitar responder.

-¡Ay, Derek, espera...!

Le pellizcó el pezón entre el pulgar y el índice, se lo retorció de un lado a otro y luego se lo tragó de un bocado. Gimiendo, la espalda de Judith se arqueó en gráciles curvas.

¡Ughh!

La húmeda lengua lamió implacablemente su pezón y luego exploró la areola que lo rodeaba. La sensación de hormigueo, como una descarga eléctrica, hizo que Judith apartara la cabeza y jadeara en busca de aire. Sus manos, que habían estado empujando la cabeza de Derek, se habían aflojado y descansaban allí.

-¿También tienes el coño hinchado?

Le cogió el otro pecho y de repente deslizó la mano entre sus entrepiernas. Las yemas de los dedos de Judith se estremecieron cuando él acarició su palpitante vagina de abajo arriba. Su rostro palideció mientras él le acariciaba los pechos, como si estuviera a punto de hacerle el amor de nuevo.

-Estoy cansada, estoy cansada, por favor para...

Ignorando sus súplicas, él hundió su alargado dedo corazón en su vagina. Ajeno al dolor de su amo, el coño goloso sorbió su largo dedo.

Cuando Derek dobló las puntas de los dedos, los jugos que habían llenado rezumaron. Derek sintió que el interior de su boca se secaba una vez más mientras contemplaba el glorioso espectáculo.

La sangre ya le llegaba a la polla por haberle chupado los pechos, y su polla erecta palpitaba, suplicando que le dejara entrar en sus tiernas paredes internas. Su polla se puso cada vez más dura a medida que los gemidos de ella se hacían más fuertes.

Derek se apresuró a desabrocharle los tirantes del vestido. Judith se dio la vuelta, asustada por la mirada de él, mientras la pinta amenazaba con escaparse de nuevo. Intentó arrastrarse sobre sus débiles piernas, pero fue atrapada antes de llegar a la cabecera de la cama.

-¡No, no, no...!

Derek la regresó con demasiada urgencia.

Antes de que lo hiciera, Judith vislumbró su pene vibrando a través de la bata suelta. En serio, era de un tamaño tan ridículo que, incluso mirándolo de nuevo, se preguntó cómo había llegado hasta dentro de ella. Sólo de pensarlo se le ponía la carne de gallina por todo el cuerpo, como si el dolor que había sentido antes hubiera vuelto.

"El insaciable"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora