Su conciencia estaba confusa, pero sintió como si alguien le agarrara del pelo y lo sacudiera salvajemente. Una inexpresable sensación de impotencia y presión surgió, como cuando te cogen a rastras y te llevan a un rincón del sótano, aplastando todo su cuerpo.Unos ojos sonrosados y brillantes flotaban en la cortina oscura. Fue fascinante, pero aterrador. Creía que la miraría y comería enseguida, pero se resistió con firmeza. Los impulsos se agitaban, chocando entre sí.
Entonces, algo se aferró al hombro con fuerza. Fue un instante en el que la conciencia, que había estado revoloteando sin rumbo por el fuerte agarre, volvió a la realidad. No fue hasta que la vista se aclaró gradualmente que Judith encontró a Derek mirándola.
Lo primero que destacó fueron sus largos ojos, su hermosa nariz y su robusta mandíbula.
-¿Derek...?
Tosió en cuanto abrió los labios con cuidado y su cabeza palpitaba con un cuerpo fluctuante. Cuando se despertó, Derek, visiblemente aliviado, recogió inmediatamente el vaso, levantó la parte superior del cuerpo de Judith para que se apoyara en él y le llevó el vaso a los labios. Se despertó después de beber un poco de agua caliente.
-¿Dónde estoy? El concurso de caza...
Judith le miró mientras se recostaba. El aire que lo rodeaba era oscuro y pesado ahora, así que puso los ojos en blanco y miró a su alrededor. El aire no era oscuro, pero el propio cielo que se reflejaba en la ventana era tan negro que no se podía encontrar ninguna estrella.
Ahora era de noche, y el lugar donde se acostó era el dormitorio del Duque, que le era tan familiar.
-¿No te acuerdas?
-¿Recordar? ¿Qué...? ¿Qué pasó con el concurso de caza? Por qué estoy aquí... ¡Ah!
Mientras intentaba evocar el último recuerdo, un repentino dolor de cabeza punzante llegó junto con decenas de agujas afiladas. Derek se estiró inmediatamente mientras se retorcía de dolor con la cabeza sujeta.
A pesar de su dolor, Judith se quitó la mano de encima sin querer al ver los ojos rojos que se acercaban a ella.
¡CLAP!
El fuerte roce endureció a los dos al mismo tiempo. Judith, que se dio cuenta de lo que había hecho, tartamudeó con una mirada de sorpresa.
-Oh, Dios, no era mi intención.
Era extraño, ella no tenía ningún deseo de rechazarlo, pero su cuerpo reaccionó inconscientemente. Derek, mirándola por un momento, lavó su rostro seco con una mirada algo confusa.
-El collar que te regalé. ¿Lo llevabas puesto todo el tiempo?
-Sí, por supuesto. Oh, ¿a dónde fue a parar?
No hacía falta que tocara habitualmente el cuello, ya que Dereck le respondió en su lugar cuando murmuró con curiosidad.
-La joya está completamente rota, así que la saqué por ahora. Más que eso, ¿cuándo empezó el collar a tener ese aspecto?
-No lo sé exactamente. Te vi fuera, me turné para comprobarlo y, de repente... Se supone que estaba así.
La silenciosa explicación de Judith le hizo apretar los dientes. Parecía que le había pillado desprevenido un error.
Derek se sentó con cuidado en la cama, preocupado de que ella se sorprendiera tanto como antes. Al acercarse los ojos rojos, su cuerpo comenzó a temblar de nuevo como un reflejo condicionado. Judith levantó la manta sin motivo por su incomprensible respuesta.