-Yo no lo ayudé para eso.Lucas siguió a Derek porque creía en las cualidades de su Rey. El ojo del enemigo, que es más concentrado que otros demonios como línea de sangre superior, el fuerte poder que mantiene a otros demonios inmóviles, y la capacidad de un líder para comandar una sección con dignidad.
Todo eso combinado, Derek Maxillion era el próximo Rey perfecto, no adulterado por nadie.
-Entonces, se fue allí, ¿finalmente tuvo éxito con la magia?
-Sí.
Lucas se cubrió la frente con la mano, como si fuera a volverse loco ante la inamovible respuesta de Liam.
-No esperaba transformar la maldición de esa manera.
El diablo que tomó hasta las cosas que podrían ponerlo en problemas como una oportunidad. Como era de esperar, era la madera del Rey, lo que era un gran desperdicio para perder.
Pero ahora sentía que era demasiado tarde para cambiar las cosas. Para detenerlo, no se debería haber permitido que Aníbal hiciera trucos desde el principio, y se debería haber impedido que se enamorara de la mujer humana de alguna manera.
Sobre todo, la influencia de esta última debió ser grande. Si hubiera sabido que eso iba a ocurrir, la habría matado. Con pesar, con un pensamiento brutal levantó la cabeza de forma casual.
Lucas movió los labios como si quisiera decir algo.
-No, ¿no va a volver aquí otra vez?
Con el tiempo, la voz pausada se mantuvo tenue, a diferencia de lo que es habitual en él.
-Cierto, ha hecho todo lo posible para que así sea.
-...
-Si quieres ver al Rey, puedes ir al mundo humano. ¿Por qué estás tan triste?
-¿Quién está triste? ¿Quién está triste? Si vas a hablar así, cállate.
Liam se encogió de hombros ante Lucas, que era joven a pesar de su edad. Esas cosas le hacían entender por qué había dejado su puesto de agente, aunque fuera travieso. Aprecia todo lo que hay en el mundo más que nadie.
Liam desvió lentamente la mirada hacia el exterior del castillo.
A diferencia de ahí, donde hasta la luna del cielo es negra, el lugar al que se dirige su Rey será infinitamente colorido y brillante.
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Judith llevaba ya días observando las dos invitaciones sobre la mesa.
Si una carta estaba decorada con pan de oro sobre fondo blanco y era colorida y deslumbrante, la otra era negra y roja, por lo que era reservada pero fascinante. Estas dos invitaciones contradictorias señalaban la misma fecha y hora.
-¿Quién es?
Por mucho que lo pensó, no había forma de saber quién la envió. Al final, para averiguar la identidad de esta invitación negra, no tuvo más remedio que asistir al banquete real.
Sintió una gran sensación de rechazo. Imaginar que se colocaría entre los curiosos que intentaban morderla de un solo bocado ya le ahogaba.
-¿Debería al menos dar una palabra a la Marquesa Dyer?
Era nada menos que la Marquesa de Dyer quien se preocupaba por esto.
Había visitado constantemente el ducado desde el funeral para preguntar por Judith, sin embargo, en ese momento, el mayordomo le devolvió en repetidas ocasiones porque no se encontraba mental y físicamente con nadie. Luego, cuando volvió al marquesado, perdió el contacto.