🤍 Capítulo 103 🤍

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A Judith se le apretó el corazón por el tono de miel que goteaba.

-¿Sigue siendo demasiado? Espera un poco más.

Fue solo cuando escuchó las palabras repentinas que Judith se dio cuenta de que le había detenido la espalda. Para ser honesto, ni siquiera sabía que la presencia del pene dentro era tan grande que no se movía.

Judith respiró hondo. Sin embargo, debido a eso, la fuerza en la vagina entraba y salía repetidamente, y el pene se presionaba tentadoramente. Derek dejó escapar un suspiro caliente con una cara distorsionada.

-Ah, incluso si te mueves suavemente... ¡Ah!

Su rostro parecía lamentable y le susurró, y Derek levantó la espalda como si hubiera estado esperando esas palabras.

-¡Ah, sí, es grande, ang!

Derek balanceó sus caderas con vehemencia y perforó su pene , como si una vez desenfrenado, nunca pudiera ser controlado. Después de repetir la acción varias veces, el dolor disminuyó y en su lugar un escalofrío se extendió por su cuerpo.

Al final, Judith, embriagada de placeres más fuertes que el dolor, se aferró a él y se perdió en el placer.

-¡Sí, ah, ah!, Derek...!

Su mente se estremeció por lo feroz que fue golpeada en su parte inferior. El interior de su vagina estaba caliente como si estuviera en llamas mientras cavaba profundamente debajo del útero.

-Oh, realmente lo eres.

Ante el poder de succión del agujero que parecía succionarle fuertemente, Derek gimió con entusiasmo.

Mientras besaba su frente empapada de sudor, corrió por el interior a una velocidad ligeramente diferente a la anterior. La razón por la que había perdido regresó poco a poco y se preocupó por su condición anterior, que parecía romperse en cualquier momento.

-Uf, mmmh... ¡Ah!

La mujer, que gemía desesperadamente agarrada a su antebrazo, estaba muy embriagada. Si hubiera habido un tipo que hubiera estado coqueteando con esta preciosidad mientras estaba fuera, Derek le habría cortado el cuello sin dudarlo.

Derek desaceleró un poco, luego dejó de moverse. Pero Judith, sin saberlo, se sacudió y trató de satisfacer su deseo insaciable.

No pudo quitar sus ojos de ella que se complacía en rememorar el ritmo que estaba apuñalando.

-¿Estás feliz?

-Ah, sí, sí, eh.

La voz del hombre que murmuraba con los ojos fijos en ella era tan áspera como la de una bestia hambrienta. Poco después, movió la cintura una vez al ritmo y Judith lloró y jadeó como un gato.

-Oh, ah, Derek...

-Ah. Voy a morir bonito.

Con el cabello plateado que se mecía exuberantemente cada vez que coquetea, el rostro pintado al desnudo y los labios rojos que siempre llevan su nombre. No había nada que no le gustara. ¿Cómo podía haber teñido su mente de forma tan vertiginosa?

-En este punto, tengo que agradecer a ese hijo de puta de Aníbal por dejarme conocerte.

Judith, que sacudía su espalda diligentemente, no podía respirar adecuadamente debido a las intensas emociones que estaba derramando. Derek la abrazó con fuerza, como si quisiera fundirse con ella. Judith abrazó su cuello y jugueteó con su cabello.

-Ah, Derek.

Quería decirle, que no dejaba de expresar su afecto. Rápidamente reflexionó sobre todos los sentimientos que había sentido por él en un momento. Fue abrumadoramente caliente, excitante, vacío, triste y doloroso.

"El insaciable"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora