Cuando se enteró del turbio trato entre el Emperador y Derek, se preguntó si estaba haciendo una jugada para utilizar a su hermana, no pudo evitar hacer una pregunta tras otra.-¿Es cierto que el Duque Weisil ha perdido la memoria?
Los problemas mentales, como la amnesia, se pueden engañar si se actúa. Judith le dijo al médico que a su marido le habían diagnosticado pérdida de memoria, pero nadie lo sabía excepto Derek. Si fingía haber perdido la memoria y pretendía poner a su hermana en problemas, tenía que detenerlo como fuera.
Pero el problema es que no había forma de saber si era un 'trampa'. A no ser que su hermana, que vigila de cerca, lo descubra.
Así que el día de la celebración, Vincent preguntó con extrañeza mientras Derek se ausentaba un rato.
-Tu marido. ¿Seguro que ha perdido la memoria?
Judith puso cara de no saber por qué hacía esa pregunta.
-Es cierto. Como he dicho antes, no recuerda nada de lo que paso antes.
Vincent no se atrevió a preguntar cuando ella dio una respuesta definitiva, que parecía más cercana que cualquier otra cosa. Por lo tanto, se encontraba en una situación en la que no podía reunir del todo las sospechas ni precipitarse.
Rodeado de una nube, Vincent se sorprendió bastante al ver a su hermana y a su marido en el salón de banquetes. Derek abrazó con naturalidad la cintura de Judith, y ésta no rechazó el contacto. Además, los susurros ocasionales de algo secreto en los oídos del otro desprendían un ambiente amistoso que nunca se había visto antes. Parecía una pareja que se fundía el uno con el otro.
Además, el Duque acaparó la atención de todos al salir con su hermana en brazos.
-Si fuera Judith, no le gustaría ese tipo de curso.
Lo sabía bien porque había asistido a unos banquetes juntos y había visto a su hermana. Judith era la más insoportable al mirarlo. Pero verla aún en brazos del Duque que hizo tal acto le hizo sentir muy extraño.
-Tal vez no sé demasiado.
Como nunca había hablado abiertamente con su hermana, Vincent siempre tomaba una decisión a salto de mata. El hábito de la infancia no podía curarse con la mayoría de edad.
Al final, llegó a la conclusión de que Judith siempre podía dar la cara si quería, pero que lo correcto era guardar silencio en situaciones en las que no necesitaba ayuda. Por la distancia entre hermanos que había mantenido. Y por su felicidad.
Y entonces... y entonces estalló un acontecimiento irreversible.
¡Toc, Toc!
Vincent llamó con cuidado a la puerta cerrada del dormitorio. No hubo respuesta desde el interior. Dudó un momento antes de abrir la puerta.
-Judith.
El dormitorio, donde el sol penetra sin falta, era cálido, pero estaba sutilmente fresco. En la silenciosa habitación era difícil sentir las huellas de la gente que se quedaba. Se acercó a la cama sin tener que mirar a otra parte.
El rostro de su hermana, oculto por el dosel, estaba sombreado. A pesar de que Vincent se acercó, sus pupilas se asomaban a la ventana.
Vincent, que dejó la bandeja sobre la mesa, acercó una silla y se sentó frente a ella.
-Vamos a comer -dijo, acariciando su cabello. Judith, que estaba mirando por la ventana, lo miró detenidamente al tener la visión bloqueada.
-He oído que ayer te saltaste la cena.