🖤 Extra 8 🖤

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Noche negra

Judith abrió los ojos ante la mano que le cepillaba el pelo. Definitivamente estaba leyendo un libro, pero no sabía cuándo se quedó dormida. Ahora que veía, la luz que estaba encendida también se apagó. Por eso estaba oscuro adentro.

Un lado de la cama estaba ligeramente inclinado. Significaba que, a excepción de ella, cualquiera que pudiera entrar en esa habitación a voluntad había regresado. Tan pronto como se dio cuenta, una sonrisa se dibujó en sus labios.

-¿Cuándo viniste?

Derek, que estaba fuera, regresó.

Confiada en esa presencia, Judith logró levantar sus pesados párpados, aferrándose a ella como polvo. Una silueta gigantesca brillaba en la oscuridad con una vista donde solo la tenue luz de la luna era una guía.

-Hace unas horas.

Como si esas palabras fueran ciertas, las palmas que tocaron sus mejillas se llenaron de frialdad. Sin embargo, por más frío que albergara, solo se acercó a Judith con calidez, tal vez porque sus manos eran muy duras.

Sus dedos se movieron con cuidado, como si tocara un instrumento, y tocaron su estómago. Pintó su vientre abultado como si no pudiera acostumbrarse por más veces que lo tocara.

Ya han pasado más de 6 meses desde que asumió el cargo. Entonces, le dijo que algún día se convertiríamos en una familia perfecta, y eso significaba que ya había pasado medio año desde que lo había abrazado indispensable mente.

-Me bañaré.

Derek, que había estado acariciando su barriga tan alta como un montículo, la besó en la frente y se levantó de la cama. Al contrario de su carácter frívolo habitual, su gesto actual era muy lento como un perezoso. Era el corazón que no quería apartarse de su lado ni por un momento.

Judith abrió los ojos levemente y fijó su mirada en la espalda de su esposo que se alejaba. Tenía un físico impecable, con sus hombros anchos y músculos condensados fuera de su ropa. Mirando su espalda, de repente recordó un recuerdo de un día en el pasado.

Ese fue el día que le contó por primera vez sobre su embarazo.

Era pleno invierno, cuando nevaba copiosamente. Según recuerda, Judith estaba sentada en la cama leyendo un libro. Ese día no se durmió como ahora, así que no tuvo problemas para leer un libro.

Pero en cambio, no podía concentrarse en absoluto porque otras razones estaban interfiriendo. Fue inmediatamente después de escuchar el diagnóstico de fertilidad del médico tratante. Mientras contemplaba cómo transmitirle esto a Derek, las estanterías rodaron sin parar, pero ni una sola línea llegó a su cabeza.

Mientras esperaba con tanta angustia, apareció Derek. Con la nieve sin derretir apoyada en su hombro, le dio a Judith un tierno beso. Lo miró en silencio mientras se daba la vuelta para decir que vendría después de bañarse. Como si la cabeza y la boca estuvieran jugando por separado, abrió los labios tan suave que ni siquiera notó.

-Derek.

Mientras desabrochaba los puños de sus mangas, miró a su esposa en la oscuridad. Cuando se enfrentó a los ojos rojos claros, su garganta estaba tan apretada que no podía emitir un sonido como si se hubiera aplicado pegamento ese día. Estaba aterrorizada porque no sabía cómo reaccionaría.

-Yo... Creo que estoy embarazada.

-¿Qué?

Mirando hacia atrás, no podía entender por qué dijo 'igual' en ese entonces. Aunque ya lo había consultado tres o cuatro veces con su médico, lo dijo como quien no se lo cree, como si fuera una suposición. Tal vez ese fue el último miedo que quedó en su mente.

"El insaciable"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora