Judith, con la mirada perdida en sus pensamientos, se estremeció al recibir un repentino golpecito en la frente. Sin darse cuenta, la mano de Derek se había dirigido a su nariz.-¿En qué estás pensando?
La forma en que la mano de Derek le tocó la frente y luego la apartó fue extraña, y los muchos pensamientos que la habían estado atormentando se desvanecieron como una marea menguante. A medida que su cabeza se despejaba, también lo hacía su punzante dolor de cabeza.
Aturdida, Judith se tocó la frente con la mano.
-¿Por qué de repente... -murmuró algo sobre un fenómeno inexplicable y Derek se rió entre dientes.
-Me asomé, no deberías hacer tanto ruido.
-Me asomé, y vi... ¿Lo hiciste tú, o justo ahora?
Al parecer, el misterioso fenómeno que se había producido de repente era la magia de su cortesía. Los ojos de Judith se abrieron de par en par y los labios de Derek se movieron juguetonamente. Mientras reflexionaba sobre sus palabras, se quedó boquiabierta.
-¿Me estás diciendo que has estado dentro de mi cabeza? ¿Puedes leer mis pensamientos?
-Por supuesto.
Todo el cuerpo de Judith se puso rígido ante la respuesta casual de Derek. Había preguntado, por si acaso, si la magia podía tratar tanto lo mental como lo físico, pero era cierto.
-Entonces, ¿puedes leer todos mis pensamientos?
¿Qué había estado pensando todo este tiempo?
Judith se apresuró a repasar el pasado. Mientras miraba sus ojos nerviosos de un lado a otro, Derek rió suavemente y se levantó.
-Es broma, ¿me has maldecido por dentro? ¿Por qué estás tan ansiosa?
Levantó los brazos con aire indiferente cuando algo grande pasó zumbando desde el alféizar de la ventana abierta y aterrizó firmemente en su antebrazo. Judith se hizo un ovillo ante la brusquedad. Pero entonces vio las familiares alas negras y respiró aliviada.
-No, estoy bromeando, todavía no puedo leerlo.
-¿Qué quieres decir con... todavía no?
-Todavía no he recuperado la magia que me robaron cuando me atraparon en este cuerpo.
El pájaro negro, Carmen, había cogido la carta del bote de bombillas con sus enormes patas, gorjeó como si se acordara de repente.
-Ahora que lo pienso, Aníbal era bueno en esto.
Aliviada de que estuviera bromeando, Judith ladeó la cabeza ante el repentino tema.
-¿Qué quieres decir?
-Aníbal destacaba en introducirse en la mente de otras personas. Así que...
Derek ladeó la cabeza amenazadoramente. Sus ojos, que hacía unos instantes eran de color púrpura, brillaron con otro tinte rojizo.
-Se especializa en jugar con las mentes de la gente.
No había sucedido, pero mirándolo a los ojos parecía que sí, sólo con oírlo. Judith tragó saliva.
-Bueno, a él se le dan bien esas cosas.
Después de oír su explicación, Judith no quería encontrarse con aquel demonio, Aníbal, pasara lo que pasara.
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El día de su presentación ante el Emperador llegó en un abrir y cerrar de ojos.