🤍 Capítulo 14 🤍

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El pájaro vio a Judith y lanzó un grito desgarrador, cuyo sonido hizo que Derek volviera la cabeza hacia ella. Sus ojos eran lo suficientemente suaves como para que ella no los reconociera como los del despiadado hombre que la había atacado por la noche.

-Despierta, ven aquí.

Judith se movió a su lado, con la mano en su dolorida espalda. En su mano había una pequeña carta, que él dobló y dejó caer despreocupadamente sobre el escritorio, sus ojos se posaron en la cintura de ella.

-¿Te duele algo?

-Sí, apenas puedo mantenerme erguida.

-¿En serio? ¿Quieres un abrazo entonces?

La jovialidad en su tono hizo que Judith lo mirara con incredulidad. Como era de esperar, Derek le rodeó la cintura con la mano. Insegura de sus intenciones, Judith se encogió en una posición incómoda.

Una luz oscura pero brillante emanó de la palma de la mano de Derek y le penetró en la cintura.

-¿Qué has hecho? ¿Estás...? -preguntó Judith confundida, y sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta de que el dolor punzante de su espalda había desaparecido.

-Ahora no te duele, ¿verdad? -preguntó él, cruzando los brazos sobre el pecho mientras se apoyaba en el alféizar de la ventana.

Fue entonces cuando Judith se dio cuenta de que la había hechizado.

Maravillada por el misterioso poder, dio un grito ahogado y dirigió su atención hacia el batir de alas a su lado. Levantó la vista y vio un pájaro oscuro posado en el alféizar de la ventana, con los ojos inyectados en sangre, que le recordaron a las pupilas de Derek, que habían estado rojas toda la noche.

-¿Este pájaro tiene algo que ver con lo que dijiste que eras un demonio?

-Sí. Es la bestia que invoqué.

Agitando sus alas una vez más para anunciar su presencia, el pájaro frotó su cara contra la gran mano de Derek. Fue un gesto afectuoso, como si reconociera a su dueño. Judith, que se había asustado vagamente al oír la palabra "bestia", se relajó un poco al ver un pájaro que no parecía muy diferente de cualquier otro.

Desaparecido el miedo, nació una leve curiosidad. Tragó saliva y preguntó.

-¿Puedo ver? -Derek asintió con facilidad.

Envalentonada por su permiso, Judith se acercó al pájaro. Con su gran tamaño y sus brillantes ojos rojos, le preocupaba que le picoteara la mano con el pico.

Pero, a pesar de sus temores, el pájaro aceptó su contacto con amabilidad, e incluso frotó la cabeza contra sus largos y delgados dedos, igual que había hecho con Derek.

-Es un pájaro gruñón, pero parece que le gustas. -Derek rió entre dientes mientras observaba la escena.

Acariciando suavemente al pájaro, Judith se sobresaltó de repente al sentir una mano alrededor de su cintura y arqueó el cuello. Antes de que pudiera enderezarse, algo le rozó la nuca. Tardó un momento en darse cuenta de que era el puente de la nariz de Derek.

-¿Es porque huelo algo delicioso?

Inspiró profundamente, como si inhalara una flor, y pellizcó la nuca de Judith con sus labios secos. Su cara se sonrojó cuando el contacto familiar le trajo todos los recuerdos de la noche anterior.

-¡Espera, suéltame!

-¿Te acuerdas de ayer? -preguntó él, inclinándose y besándole el hombro.

En lugar de responder, Judith giró la cabeza hacia el otro lado. La sonrisa de Derek se hizo más profunda cuando vio el lóbulo en forma de manzana de su oreja asomando a través de su pelo plateado, aunque no obtuvo una respuesta verbal.

"El insaciable"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora