Emisaria De La Diosa Del Mal 2

Seducción En Altamar

Vaya, que buen título, casi como el de una película de terror de los dos mil.

Tengan mucho miedo horny.

Y disfruten el capítulo que con tanto amor escribí bajo el látigo de maker-00.

¡Besotes!

Que divertido.

Los soldados van de un lado a otro eliminando a los monstruos cercanos; intentan usar pocas unidades para mantener las fuerzas de su pequeño ejército antes de la invasión a la supuesta mazmorra.

No creí que estuvieran tan preparados; esto me ayuda mucho a probar la fuerza de mis niños.

—Hola, Riza —una mano en mi espalda baja es acompañada por aquel salido.

—¡Sub capitán! —soy una gran actriz. No hagan nominaciones al Oscar, denmelos todos.

—Veo que te esfuerzas mucho en el reconocimiento.

—¡Mi deber es estar a la altura de esta misión, señor! —devuelvo como una chica inocente y enérgica... aunque me molesta un poco la forma en que frota su mano contra mi espalda baja.

—Pero también debes descansar. No puedes agotarte antes de llegar a lo importante; dependemos de ti.

Abro los ojos y la boca con suma ilusión.

—¿De verdad cree que soy tan indispensable?

—¡Por supuesto! —y devuelve como un don juan—. ¿Quién más va a guiarnos dentro de la mazmorra? —su mano deja mi espalda baja y me sujeta los hombros con ambas...

Debo admitir que es muy bueno con los masajes...

Ahora quiero uno...

¿Hace cuánto no me dan un... se siente bien, pero también me incomoda; quiero arrancarle los dedos uno por uno y meterlos dentro de su...

—¡Cuidado! —un enorme monstruo sale volando del agua, provocando una gran ola al aterrizar, la cuál nos habría mojado si el subcapitan no nos hubiera protegido con un grueso escudo de luz que nos rodeó al levantar el suyo.

El agua cayó en cubierta y se deslizó por el suelo, mojando los pies del resto de la gente mientras nos mecíamos por el impacto.

—Eso estuvo cerca, ¿estás bien? —preguntó tomando mi barbilla.

—¡Muchas gracias, subcapitan! ¡Es usted muy atento! —mi grito llama la atención del resto de la gente y me suelta.

El enorme pez, que parece una piraña del tamaño de una ballena, flota muerta en la superficie, atravesada por uno de los costados.

—¡Ya no hay más criaturas en las cercanías, subcapitan! —informo y suspira con desánimo.

—Daré el aviso.

Minutos después de que se aleja, los miembros del pequeño equipo que saltó al agua antes, salen del agua de un salto, aterrizando en cubierta, sorprendidos porque la gente a bordo se está moviendo desde antes de que pudieran dar su informe.

—¡Suelten amarras! ¡Preparen sus armas! ¡Inicien lento con el avance! ¡Vamos a diez nudos! —el capitán grita y los soldados obedecen.

Son como hormigas corriendo de un lado a otro ante unas pocas gotas de lluvia.

Tanta precaución es preocupante; ¿qué pasaría si se van antes de que los soldados marinos puedan poner sus fuerzas en práctica?

¡Me tomó semanas preparar este encuentro!