Epílogo

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—¡Rose! ¡Me engañaste! —con la mirada preocupada, Dita protestaba mientras sus rojos cabellos se deslizaban por su espalda.

—No ¿Enserio? —me reí maliciosa mientras observaba el cuerpo de la diosa apenas cubierto en su delgada toga.

—¡Dijiste que no estabas enojada!

—Pero dije que te castigaría —indiqué mientras acariciaba su rostro; ella no podía evitarlo. Estaba suspendida en el aire frente a mí con brazos y piernas sujetos—. ¿Por qué otra razón te traería aquí primero? —ésta es mi dimensión y aquí soy invencible. En este lugar, aún el dios más poderoso se vería sujeto a mis caprichos... Aunque claro, también pasaría lo mismo si yo entraba a su dominio.

—¿Qué me vas a hacer?

—Castigarte —una última sonrisa y di una fuerte bofetada en la mejilla de la Diosa. Ella se quejó por el dolor.

Chasqueé mis dedos y su vestido desapareció.

—Sigues sin usar ropa interior; eres toda una pervertida —me burlé una vez más; su cuerpo era precioso, digno de la Diosa del amor.

Repasé con mis dedos mientras lo contemplaba; hacia tanto que no veía este cuerpo. Su abdomen delgado, firme y aún así, rebosante de suavidad. Esos pechos, ni muy grandes ni muy pequeños, perfectos para sujetarse con la palma y abarcarlos casi en su totalidad con las manos de cualquier amante... Casi; aún se sentían grandes en mis pequeñas manos.

Esos pezones color salmón que pellizcaba sin pudor entre mis dedos mientras la hacía gritar.

Su delgado cuello... Le dí una mordida; afrodita era un manjar de Diosa.

Bajé mi mano y enganché mis dedos a su entrepierna. Ese clitoris expuesto sólo para darle placer me provocaba a molestarlo.

Sus muslos suaves y gruesos.

—Fuiste hecha para ser hermosa —la rodeé, fijando mi vista en su trasero redondo y turgente. Un fuete apareció en mi mano y la azoté.

Ella gritó.

—Perdóname, perdóname... Ellos me engañaron.

—Y tú nunca me diste el beneficio de la duda... Que malvada eres —tras fingir una voz de lástima, di otro azote.

—Lo siento —se disculpaba con desesperación—. Lo siento.

—Sabes que esas no son las palabras que quiero escuchar —una vela encendida apareció en mi mano y dejé que la cera rojiza escurriera por su espalda baja—. Serás una Diosa, pero aquí puedes sentir dolor si lo deseo.

Se quejaba más y más.

—Perofoname... ¡Perdóname!

—Pero que terca eres —su cuerpo se movió con mi orden y quedó inclinada hacia adelante; hice a un lado su largo cabello con dos golpes de mi fuerte y coloqué la vela en su lumbar, dejando a la llama avivarse y emanar calor.

La golpeé de nuevo y la cera saltó.

—Puedes terminar con ésto, sólo tienes que decirlo.

—Perdóname por favor —insistió.

—Tu lo quisiste, cerdita —tomé uno de sus finos y delicados pies para golpear las plantas de estos. Ella gritó. Gritaba y respiraba con dificultad mientras la cera también escurría lentamente por su piel, tomando la forma de sus bien redondeadas nalgas.

Algunas líneas también escurrieron por los laterales de su vagina. Acaricié el área resbaladiza y viscosa antes de volver delante de ella.

—Sólo mira que tan mojada estás —entre mis dedos los hilos viscosos que se negaban a separarse cuando los abría—. ¿Por qué no terminas con esto?

—Porque me encanta cuando me azotas así —respondió finalmente con una seductora sonrisa.

Me reí satisfecha.

—Eres una sucia perra masoquista.

—Tú lo has dicho; merezco un castigo.

—Te amo, Dita —reí moviendo la cabeza antes de besarla para seguir con nuestro juego.

Ésta clase de reconciliación era ideal para nosotras.

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Palabra de Rose.

Una vida inmortal es sólo una ilusión; como seres puros, los humanos son afortunados al poder morir, porque sin la muerte ¿Cómo apreciaríamos la belleza de la vida?

Los seres humanos son seres que deciden, piensan y buscan su camino, por ello, aún con el dolor que les ha causado, es necesario afrontar la responsabilidad de una decisión.

Cada nuevo día es un día en el que tenemos que caminar con el peso de nuestro pasado, así que procura que tus acciones te empujen con gozo hacia adelante en lugar de atarte los pies al dolor.

No hieras a los demás fingiendo interés a causa de tu soledad; vale más una soledad en el dolor que una compañía hipócrita y un apoyo que no puedes dar.

La redención sin decisión es una fantasía.

Antes de perdonar, debes perdonarte ¿Cómo amarás a los demás si no te amas a ti mismo? Nadie puede dar lo que no tiene.

Cada decisión te lleva a un lugar distinto; asegúrate de estar donde quieres, pero sobre todo, asegúrate de terminar en un lugar que no te consuma con el peso de las decisiones.

Así como decidimos odiar, también decidimos amar, entonces ¿por qué no decidir amarte a ti mismo?

El dolor de la tragedia evitable no es más que la culpa que sentimos por las decisiones que tomamos.

La culpa nos hace humanos, pero no es indispensable; podemos vivir sin ella, pero sentirla es el recordatorio de un error.

Afronta tur errores y camina hacia el futuro aún si los que amas ya no están, encontrarás amor en otro lugar. Tu interior es un buen sitio para empezar a buscar.

El amor no florece cuando necesitas de una persona, florece cuando aún sin necesitarla, quieres estar con ella y se pudre cuando te necesita y no quieres estar.

El duelo es solitario, pero siempre es más llevadero con amigos que te apoyan.
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Autor.

Bueno, había olvidado el epílogo que siempre hay al final de cada tomo; espero que este les haya gustado y alguna frase pueda inspirarlos.

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Hasta pronto.

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora