Regreso

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Rose me contó sus planes y el curso de acción que tomaríamos desde ahora antes de regresarme.

El Templo Principal de Rose se veía mejor de lo que recordaba; en realidad, provocaba cierta nostalgia, pues hace tiempo que no lo veía.

El gran y suave alfombrado rosa, las estatuas en posiciones bastante sujerentes, los vitrales de imágenes pecaminosas. Estos meses que estuve fuera, el templo se mantuvo erguido y fuerte.

—En casa —me dije con una sonrisa satisfecha y mientras miraba hacia arriba, fui derribada.

—¡Mamá! —dos pequeñas niñas, una de piel grisácea y cabello blanco; la otra de piel púrpura y cabello negro, me habían embestido con fuerza y me abrazaban con cariño—. Te extrañamos.

Cierto, le pedí a Rose que me enviara de viaje para alejarme de ellas.

—Hola, pequeñas —acaricié sus cabezas con tranquilidad. De algún modo, luego de este viaje me parecía lindo verlas.

—¿Cómo estuvo tu misión? —preguntaba Cc.

—¿Mataste a mucha gente? —Gz, por otro lado, iba más al punto que le interesaba.

—Muchísima —sonreí.

—Genial.

Para ese momento, Jazmín iba entrando a la sala.

—¡Rika! Estaba... ¡Niñas! ¡Dejen en paz a Rika! saben que no le gusta eso —regañó mientras corría a quitarlas.

—No, está bien; está bien por ahora.

Me levanté sentando a las pequeñas en mis brazos y comencé a caminar hacia el jardín.

—¿Qué pasó, Rika? Me asusté cuando solo llegué yo —preguntó Jazz algo extrañada por mi actitud hacia las chicas.

—Rose me solicitó.

—¿Nuestra Diosa? ¿Por qué?

—Por los planes para el futuro. Hablando de... —en ese momento recordé—. ¿No las dejé en ciudad Vermillion? ¿Qué hacen aquí? —pregunté a las niñas.

—La tía Eris nos trajo.

—¿Por qué?

—Trabajo.

Y justo al salir del lugar de oración, me encontré con decenas de golems trabajando en un agujero y un segundo muro justo antes de llegar al que conecta con el resto de la calle.

En realidad, el patio de diez kilómetros cuadrados era bastante amplio, por lo que aún con otro muro justo antes del siguiente, seguía habiendo mucho espacio, pero no entendía la razón de su haber.

—¡Rika! —Shira, quien comandaba a los golems, corrió a saludarme en cuanto me vio.

Ella seguía como siempre, con su apariencia torpe, pero de alguna manera astuta. Aunque su ropa había cambiado.

Llevaba un leotardo que cubría bien su delantera, pero llevaba el trasero descubierto para poder mostrar la marca de Rose.

Nunca entendí porqué la puso allí.

Ella me besó y yo bajé a las niñas.

—Vaya, no se si fueron todos estos meses sin verte, pero luces incluso más hermosa que antes.

—¿Enserió? —ya me lo habían dicho tantas veces que comenzaba a creerlo.

—Definitivamente. Incluso tú cabello creció y luces un poco más alta y extrañamente más desarrollada.

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora