Reclutado

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Vaya platica tan más curiosa.

Al final la chica salió de la cafetería, pero no puedo evitar pensar que tal vez no debí dejarla ir así. Ella tiene muchos problemas y de verdad me gustaría ayudarla, ya no por el haberme invitado la comida, si no porque de verdad lo necesita.

Es una persona que necesita ser rescatada del hueco emocional que ella misma cavó, de las responsabilidades que se adjudicó, del peso de ser un villano.

No puedo decir que no la entiendo; este mundo es una mierda clasista. Si estás en mal lugar, te reprime y te pone de rodillas para que no vayas más allá de donde se supone que lo hagas.

Lo he visto tanto...

Chicos de barrios pobres que quieren ser beisbolistas y terminan en las calles vendiendo drogas o consumiendo. Mujeres que se prostituyen para dar de comer a sus hijos, jóvenes que se unen a pandillas para no sufrir el acoso constante de los delincuentes de su zona.

Cerebritos que se suicidan en las escuelas a causa del bullyng, jóvenes que hacen bullyng en las mismas escuelas a causa del acoso que reciben en cada; personas infelices que dedican su vida a oprimir a las demás porque se sienten tan inútiles que solo cuando hay alguien debajo de ellos, sienten que sirven para algo.

Personas que como la rubia, parecen querer salir a la calle y gritarle al mundo "Aquí estoy", enfrascadose en un puto papel de villano porque en su vida no conocieron algo más, y es que, cuando alguien vive constantemente atacado, crecerá creyendo que hay algo mal con él o ella.

Crecerá creyendo que no merece amor ni amistad; esa chica está tan destruida que no es una villana ni una heroína, no, simplemente vive entre calamidades, enfrentándose al mundo y escribiendo una carta de suicidio tan grande que todos tengan que leerla.

Camina con calma hacia su propia muerte, mirando el abismo en busca de luz.

Yo tengo que ayudarla.

Termino mi reflexión y acabo mi café, no salí junto con ella para no hacerla sentir acosada, pero ahora es momento de marcharse. Pido la cuenta.

La chica, tal como dijo, dejó exactamente la mitad en la mesa; no parece ser la clase de persona que haga eso ¿por qué no me habrá dejado pagar todo como se suponía? ¿Fue su excusa para pagar su huida de aquí o la conversación le sirvió de algo?

Salgo de la cafetería y la lluvia aún arrecia. Meto las manos a las bolsas y cuando me dispongo a dar el primer paso bajo el deprimido cielo, una mano en mi hombro me detiene.

—Bate, tenemos que hablar.

Sigo la voz hasta toparme con un sujeto de gabardina y mirada oscura. Espesa y rasurada barba que se asoma por los poros, una corbata y un reloj de marca.

—Big B —menciono con sorpresa.

—¿Vendrás conmigo?

Sin más que hacer, me encojo de hombros y lo sigo.

Uno pensaría que un héroe profesional tendría un auto para cubrirse de esta maldita lluvia que se volvió tan espesa que mi impermeable poco podía hacer para contenerla. Hasta la ropa interior se me mojó.

Al menos no es orina.

La visibilidad es poca, pero como sombras en la noche, llegamos a la guarida de los héroes.

Pasamos por la estatua del demonio. Significa tanto para tantas personas; recuerdo que con su muerte, durante el año siguiente no había día en que alguien no llevara flores al pie de esta.

Ahora son pocas las personas que vienen, pero es lo normal luego de seis años; aún así, he visto que el gran Damage-man cada semana trae un ramo.

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora