Penitencia

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Una lluvia de sangre, carne y tripas cae a mi alrededor como si fuese algún festival de serpentina, un cumpleaños con cañones de confeti, un...

Un bautizo de sangre para mi nueva resolución.

Hombres armados llegan, también algunos bendecidos disparando fuego, usando campos de fuerza; algunos incluso con la piel blindada, todos tratan de rodearme, de acabarme con sus dones y sus números, pero, ¿cómo podrían?

No estoy usando habilidades evasivas; adiós a mi transformación en niebla, estoy recibiendo todo, toda su ira y todo su dolor; sentirán lo que yo siento, perderán a sus amigos, entenderán que meterse conmigo, con algo que yo quiero, no es más que un boleto al infierno.

El primer atacante me manda una bola de fuego desde el frente, la cual atrapo con la mano y meto en la boca del sujeto invisible que se acerca por mi espalda. Podrá huir de mi visión, pero no de mi mapa ni mi percepción de peligro.

Su cabeza explota a la vez que se vuelve visible y la sangre nos baña a todos mientras tomo su pistola y gracias al apuntador de mis lentes de contacto, le disparo entre las cejas al hombre murciélago que trataba de atacarme desde arriba.

Arrojo el arma a otro a mis espaldas, rompiendole la nariz antes de que pueda formar una especie de rayo de energía entre sus manos.

Un siguiente sujeto, de enorme tamaño y piel blindada, me embiste, llevándome hacia el interior del almacén a un costado, derribando las puertas con mi cuerpo, provocando una disminución leve en mi Hp.

Se sigue hacia la pared; planea hacerme papilla, pero ¿cómo lo permitiría?

Apoyo mi mano en su cabeza y me impulso hacia arriba, colocandome en su espalda, abrazándolo con las piernas y rompiendo mi ajustada falda de un costado por forzar la tela mientras con mis manos sujeto su cuello.

Giro su cabeza y cambia de dirección; lleva demasiada velocidad para detenerse enseguida y su peso tampoco le ayuda; coloco mis pies en su espalda y empujo, saltando lejos a la vez que le doy impulso.

Pierde el equilibrio y tropieza, tratando de estabilizarse durante un par de metros antes de estrellarse contra una de las vigas de acero ubicada en la esquina del almacén.

La estructura tiembla, el soporte se dobla y miro alrededor.

Dinero en paquetes bien envueltos en plástico, bultos de sustancias sospechosas, armas y altos capos observando con las manos en sus armas... Este lugar es sin duda un cuartel o cuando menos una zona de reuniones.

El sujeto de antes se levanta, desatorando su cuerpo de la viga de soporte y causando temblores en la estructura, distrayendo a todos dentro.

—Bueno... Él en definitiva pesa más que yo... —sonrio recordando cierto trauma que no pienso superar—. ¿Quién de ustedes es Paco?

Observé a los sujetos, a uno en particular, el cuál bajó su arma y corrió a la salida.

—Eres tú... Chicos, agradezcanle a ese idiota por cada rasguño, golpe, moretón, herida o miembro cercenado en sus haberes. Si intentan ir contra mí, entonces sí los mataré.

Varios de ellos levantan sus armas e incluso sus manos de manera agresiva; muchos son bendecidos, pero sus poderes se repiten en gran medida.

Lanzar bolas de fuego, de energía, potenciar sus disparos, no hay mucha creatividad en ellos. El más original escupe ácido.

El gigante tras de mí, me ve y trata de embestirme a la vez que los sujetos me atacan; cruzo mis pies y doy una elegante vuelta que me hace esquivar al grandote mientras corto parte de su muslo con mi espada de energía, colocandome a sus espaldas y esquivando la mayoría de los ataques. El fuego me dio en un hombro, pero con mi resistencia a este elemento, se trata solo de caricias.

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora