Emisaria De La Diosa Del Mal 2

Propruesta

Ya todos se habían retirado de la habitación, salvo Jazmín que permanecía en su lugar en la pared sin decir nada y yo, por petición del emperador.

¿Trataría de recriminarme por mi actitud?

Debía generar un plan para ello.

—Tienes una lengua bastante hábil.

Sonreí.

—Me pregunto ¿serás tan hábil moviendola como lanzando palabras? —sonrió con picardía.

—¿Qué? —estaba confundida ¿no habría regaño?

—¿Haz pensado en mi propuesta? —se levantó de su asiento y caminó hacia mí para apoyar sus manos en mis hombros.

—Por supuesto —sonreí.

—¿Ajá? —bajó su rostro al nivel del mío y aspiró apasionadamente el aroma de mi cabello cerca de mi nuca.

—Y no me interesa.

—¿Qué? —se levantó de golpe por la impresión.

—No me interesa; además, mi lengua es tan filosa que podría cortar algo importante para su hombría ¿no fue lo que dijo?

—¿Sabes que puedo cortarte la cabeza por hablar así?

—Posiblemente, pero dado que me pidió quedarme, sé que me requiere para algo; dudo mucho que pierda su tiempo sólo para este tipo de insinuaciones.

El emperador sonrió con malicia ante mis palabras y se sentó sobre la mesa para hablarme de frente.

—Tu habilidad para construir refugios me interesa —procedió—. Como sabrás, el imperio está en constante expansión; debido a ello, antes de retroceder, mis soldados avanzan en territorio enemigo, acampando a la entemperie sin poder refugiarse del clima y construir una guarida en condiciones llevaría demasiado tiempo.

—¿Y quiere que yo construya?

—Precisamente. Una fortaleza nos daría poder estratégico y nos permitiría tanto resguardar a nuestra tropas como las provisiones para los soldados.

Las tropas del reino tendrían a donde regresar o replegarse para replantear o repetir ataques —un hombre bastante listo; con mi poder, lo primero que hizo fue pensar en el bienestar de su ejército.

—Imposible —desafortunadamente para él, yo tenía que negarme.

—¿Por qué? Eso te daría bastantes puntos.

—No se trata de eso —moví la cabeza hacia los lados para explicar—. Mi poder sólo me permite construir en territorio de Rose; es decir donde haya una rosa símbolo de ella en un altar y fieles para cuidarla, pero mi gente no es tan fuerte para defender una fortaleza.

—Eso se puede arreglar. Atender a mis soldados les daría más beneficio; por supuesto que además de tomar en cuenta la contribución, como gobernante justo que soy, tendrán una compensación monetaria por el esfuerzo.

—¿Entonces quiere que nos rebajemos a sirvientes o prostitutas?

—Eso suena muy rudo, pero ¿Qué podrías hacer si lo ordeno como emperador? —el sujeto tomó una posición retadora; era verdad que ese tipo de órdenes serían difíciles de ignorar.

De negarme, podría acusarnos de traición; además, sin importar lo rápido que yo pudiera moverme entre mis templos, mudarnos a otra nación sería imposible, sobre todo porque el templo de Shoponia ya había sido establecido como territorio principal de Rose y perderíamos la rosa real que adorna el techo.