Corazón Roto

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Una cueva estrecha y un camino en línea recta hacia la salida, Damage-man con un rostro de sorpresa, de nervios y yo tengo en frente al sujeto que más me ha tocado los ovarios desde la muerte de Bate... Y lo acabo de conocer.

—Ya te cargó la chingada —menciono y corro hacia él tomando mi látigo, extiende sus manos y salto para evitar los rayos que vienen después.

Nunca te quedes en tu sitio si tu oponente te apunta, no en un mundo de magia o poderes extraños... O en caso de que con lo que te apunta sea un arma.

Mis instintos son correctos, rayos pasan bajo mi cuerpo y doy un giro en el aire para agregar fuerza a mi látigo y golpeo hacia él.

Mi arma, al entrar en contacto, es repelida, así que aterrizo y lo retraigo.

Los láseres no funcionarán, por lo que formulo un plan distinto, creo a un demonio tras el sujeto y lo toma de los brazos.

El hombre se sorprende y corro hacia él, transformando mi látigo en un bastón que uso para golpearle la cara y el estómago con toda mi fuerza, algo se rompió, lo sé. El sujeto sangra y grita, generando una explosión de energía de su cuerpo, destruyendo a mi demonio y mandándome a volar. Mi Hp baja una cuarta parte, de modo que actuo rápido. La tierra tiembla.

Comienzo a absorber energía para curarme mientras choco contra una pared algo suave, o eso parece.

Soy movida por una fuerza externa, el acontecimiento solo dura un segundo, dos cuando mucho y me encuentro con que Damage-man me abraza, me cubre con su cuerpo dando la espalda al enemigo para protegerme, él fue quien me atrapó.

Maldito idiota, ¿cómo se atreve a protegerme sin que yo lo ordene?

—¿Estás bien? —pregunta.

Me apresuro a alejarme de sus brazos, no soy una dama que proteger, mucho menos una damisela en apuros.

—Lo estaré cuando termine de partirle la boca a ese idiota —quiero regresar a la pelea, pero el héroe me toma del brazo.

—Controlate —me ordena—. Es peligroso pelear aquí. Probablemente lo dice por los temblores que recién se detienen.

Nuestro enemigo comienza a curar sus heridas.

—¡El sujeto me insultó!

—Vamos, no estás gorda —y el pendejo trata de arreglarlo—. Es verdad que el aparato dice que tienes algunos kilos de más, pero sigues en tu peso, es aceptable, incluso te vez juvenil.

—Damage... —dejo de luchar y respondo harta, pero firme—. Te juro que si no me sueltas y te callas, me uniré a ese sujeto para joderte a ti primero y luego me lo voy a joder a él.

El héroe me mira con una expresión blanca y me suelta.

—Bien, pero llevemos la pelea afuera.

Suspiro y le hablo al hombre que termina de curarse.

—¡Hey, pendejo! ¿Qué se supone que eres?

—¿No lo ves? ¡Soy la nueva Singularidad! ¡Traeré el fin a este mundo!

—Entiendo entiendo, singular, nadie te ama, estás solito y no tienes con quien coger, ¿por eso quieres destruir al mundo?

Comprate una muñeca inflable, por el amor a Rose —.

—¡¿Qué carajos?! Quiero destruir el mundo porque es su destino.

—¿Su destino es comprar una muñeca inflable o no tener con quién coger?

—¿De qué carajos hablas?

—Bueno, dijiste que no tienes con quién coger... ¿Ya pensaste en un corte de cabello distinto?

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora