La Propuesta Del Emperador

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Estábamos en medio de una pelea, la gente comenzaba a llegar y mis atacantes mostraron duda.

—Continuaremos después —resolvió el hombre de la máscara de oro al ver que la victoria sería difícil y se retiró con sus acompañantes.

—¡Alto ahí! —la mujer y el guerrero que llegaron a ayudar, no planeaban dejar las cosas así, pero los detuve.

—Es Hory Von Vilkano —enfrentarlo ahora traería más problemas a futuro, pero por supuesto que no planeaba dejar pasar esto.

Entendiendo las consecuencias, mis benefactores bajaron su arco y su simitarra.

—¡Erika! —un anciano enfurecido llegó—. ¡Se te ordenó escoltarme, no entrar en batalla por una asquerosa seguidora de Rose que no tiene sentido de la decencia!

—Eminencia, yo...

—Veré que te castiguen por esto —en definitiva no recibía un buen trato por parte de sus jefes.

—Al contrario; debería premiarla —la reina Mirai también llegó—. Salvó a una importante invitada de la tercera reina.

—Majestad.

—Aquí no hay nadie a quien castigar.

—Si, majestad —el viejo se calmó enseguida, al menos en el exterior; seguramente no se olvidaría del castigo de la chica.

—¿Qué estás haciendo aquí? —susurré a Erika.

—Hay una reunión de líderes de los distintos cleros; tenía que escoltar al señor Rido.

—Erika, tenemos asuntos que atender —el viejo la urgió para retirarse—. Con su permiso majestad —no aguantaba la urgencia de seguir regañando a su escolta.

—Si, Eminencia.

La chica lo siguió con obediencia; casi sentía pena por ella.

—Es extraño que tengas amigos con el dios rojo; son nuestros principales atacantes.

—A mi también me sorprende —respondí a la reina mientras ella me colocaba su capa encima; al parecer mi atuendo transparente no era el adecuado para caminar por los jardines del palacio.

—Volvamos adentro y me explicas lo que pasó.

Asentí y la seguí hasta mi habitación con obvios signos de lucha mientras le explicaba.

—Maldito Vilkano, le advertí que te dejara —estaba furiosa por la desobediencia del caballero—. Cree que por su posición siempre puede tener a cualquier mujer que quiere, pero ya verá; iré con mi marido y...

—Antes que nada —me acerqué a los confidentes de la reina—. Muestrenme sus marcas.

—Si, eminencia —Tiffa se descubrió la espalda, mostrando la marca de Rose en la parte trasera de su hombro y Matias se bajó los pantalones. Ambas eran reales, pero...

—¿Por qué esa tendencia de poner las marcas en el trasero?

[Rose: Puedo poner la tuya allí también >:3]

[Ni lo pienses]

—Lamentamos ocultar nuestras marcas, pero era la única forma en permanecer al lado de Mirai —ambos interpretaron mi silencio como desaprobación y se apresuraron a excusarse.

—Está bien, eso lo entiendo; en realidad, me alegra saber que aún hay personas fuertes de esta fe. Hasta ahora todos dependían de que yo los subiera de nivel.

—Ellos escaparon conmigo de la cacería, convirtiéndose en mis confidentes cuando me casé con el emperador, pero no me acompañaron a buscarte porque mi marido no confía en ellos —explicó Mirai.

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora