Cogida Aérea

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Autor.

Ya, ya, no me odien por publicar por accidente otra vez, les traigo un capítulo completo.

—Ah, ah, espera... Espera...

Allí me encontraba yo, siendo salvajemente cogida por Jazmín mientras una nave enemiga trataba de interceptarnos.

—No te detengas, Jazmín —ordenó la Diosa.

—¿Estás loca, Rose? No tengo la energía para encargarme de algo así en estas circunstancias.

—Cedeme los controles.

—¿Qué? ¿De qué hablas?

Y repentinamente, los controles se bloquearon y la nave comenzó a moverse sola.

Casi nos caemos cuando entramos en picada repentina, pero me sujeté de los controles y Jazmín de mi.

La silla volvió a la normalidad y terminé sentada sobre las piernas de Jazmín, aún con su dildo adentro y ambas sujetas por un cinturón de seguridad.

—Rika, te encargo el sistema de armas.

Jazmín no parecía entender el ambiente; seguía acariciando mis pechos y moviendo sus caderas como Rose ordenó.

¿Cómo me iba a concentrar en disparar así?

[¿Acceder a control automático de armas?]

—Ah... Ja —accedí entre gemidos.

Mi visión cambió ligeramente y en ella apareció algo parecido a un apuntador como en los video juegos; sin embargo, no había controles, al parecer podía manejar todo con mis manos.

—Está sobrevolando espacio no permitido con un vehículo robado, se le ordena aterrizar de inmediato —indicó una voz por el micrófono.

—Rika, manda tus gemidos —dijo Rose.

—Ca... Cállate.

—Bien hecho.

—¿Qué es esa respuesta tan extraña? —preguntó el sujeto al otro lado del comunicador.

La nave dio un giro brusco de noventa grados y el motor aceleró, haciéndonos subir al cielo.

Yo gemí por la sensación.

Al llegar al límite de altura, la nave comenzó a dar vueltas sin control; todo lo que veía era el parabrisas mirando al cielo y la tierra una y otra vez hasta que finalmente se detuvo y quedó frente al vehículo que nos perseguía.

Traté de concentrarme y apuntar, pero cuando disparé, un orgasmo vino a mi cuerpo y fallé el tiro.

Seguimos derecho, pasando de largo la nave enemiga.

Jazmín, al sentir mis movimientos, llevó sus dedos a mi clitoris y comenzó a acariciar mientras Rose me regañaba por fallar.

—Ah... Ah, ah, ah ¡Aaaah! —yo no podía dejar de gemir para contestar.

Los movimientos de cadera de Jazmín, sus caricias a mis pechos y mi clitoris y las maniobras repentinas de Rose eran demasiado ¡me estaba volviendo loca!

Rose volvió a mover la nave con brusquedad y nuevamente centré al enemigo, quien ahora trataba de dispararnos.

Apunté, pero Jazmín me seguía estimulando; mis ojos casi estaban en blanco y apenas podía ver algo.

Disparé y Rose festejó.

—¡Le diste!

—¿Enserió?

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora