Arrestada

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Desperté en la mañana con la mente fresca y el cuerpo relajado; Jazmín seguía dormida, así que decidí no despertarla cuando entré a la ducha; en realidad me sentía tan bien que comencé a cantar sin darme cuenta hasta terminar.

—Vaya, que bella voz tienes ¿acaso eres perfecta? —cuando salí de la ducha, llevaba puesta la toalla sobre los hombros y sólo eso, por lo que el entrometido de Etan me vio completamente.

—¿Qué demonios haces aquí? —pregunté mientras me dirigía a mi habitación sin darle mucha importancia.

—Verás, en la noche conduje todo el camino a mi casa y esta mañana me dí cuenta de que todavía tenía a la mujer policía en mi porta equipaje... ¿Qué vas a hacer con ella? —al ver que no me puse nerviosa por su presencia, trató de aparentar normalidad mientras cubría su erección.

—Oh, cierto, también lo olvidé —cuando entré a mi recamara, Jazmín no se encontraba, así que continué hablando desde allí—. ¿Dónde está Jazz?

—Ni idea, salió con mucha prisa cuando yo estaba llegando.

Esa mujer seguro seguía con sus asesinatos en serie.

¿A cuantos pensaba matar? Su lista ya había excedido el número de personas con las que yo tuve algún problema.

—Bien, bien —me coloqué una falda negra; una blusa de color grisáceo con hombliguera y la ropa interior a juego antes de salir—. También te quedaste con mi teléfono.

—Y también lo traje —me lo mostró en su mano—. Debo decir que te ves muy linda en el fondo de pantalla con ese traje de osito; no pensé que te gustaran esas cosas.

—Una amiga me obligó a usarlo —respondí arrebatando el teléfono, esta vez sonrojada por la vergüenza.

—Pero aún así, lo pusiste de fondo de pantalla.

—Claro que no; la muy perra lo hizo y luego le puso contraseña para que yo no pudiera cambiarlo.

—Suena como alguien que me agradaría conocer —rió Etan—. ¿Y no quieres que te lo lleve a flexear?

—Pff, si me estás ofreciendo eso es porque ya lo intentaste y descubriste que necesitabas más tiempo —me burlé tirándome sobre el lado contrario del sofá; lo más alejada posible de él.

—¿Me crees capaz?

Con mi mirada de escéptica le dio la respuesta.

—Bien, bien, pero sólo porque me dio curiosidad el no conocer la marca y que funcionara aún con el bloqueo en las señales. Se ve muy moderno.

—Es porque no fue hecho por ninguna compañía; lo hicimos mi amiga y yo. Es por eso que la carcasa sólo tiene el símbolo de Rose.

—¿Bromeas?

Negué.

—Ella es muy molesta, pero también es bastante confiable cuando no te está jodiendo.

—Increíble ¿y que funciones tiene? Mis técnicos no lograron vulnerar una sola barrera.

—¿No crees que estás haciendo demasiadas preguntas? —cuestioné subiendo la pierna al sillón por mera costumbre y él trataba de no mirar mis muslos.

—¿Qué harás con la mujer? —cambió el tema de forma inteligente.

—Cierto ¿cómo está?

—Bueno, le dispararon en el hombro y sólo pararon el sangrado; además, lleva casi doce horas encerrada en mi cajuela a pesar del frío nocturno del otoño... Seguro debe estar agonizando.

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora