Übermensch

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Una sala de paredes blancas y líneas guía en el piso nos resguardada en el interior; frente a nosotros, una capa de metal con una ligera abolladura.

Bate estaba bastante emocionado levantando una barra de sesenta kilos con su brazo.

—Y me llamaban debilucho en la preparatoria —se rió un poco antes de perder el equilibrio y soltar la barra directamente sobre el suelo.

Lo miré con una mueca.

—Lo siento.

Suspiré.

—¿Qué te parece el brazo?

Él abrió y cerró su mano, estiró y contrajo su brazo unido a algunos arneces y sistemas de soporte ajustados a su torso. De allí que tuviera que quitarse parte de su ropa.

—Este... ¿Cómo dices que se llama?

—Exoesqueleto de apoyo cinético. Básicamente es un implante que se coloca alrededor del brazo y te da la fuerza de un hombre de tu estatura en su máxima capacidad.

—¿Un hombre de mi estatura podría abollar esa placa de metal?

—No es tan difícil si la golpeas con algo lo bastante duro —me encogí de hombros—. Pero este implante específicamente, está diseñado para ayudar a personas que han perdido movilidad o fuerza en los músculos.

—¿Y la dureza?

—No queremos que se rompa fácilmente ¿o sí?

—Bueno, supongo que no.

—Aunque es un buen punto —seguí con ambición—. Si la saco al mercado con materiales más frágiles, se romperán o dañarán más rápido y las personas tendrán que comprarme refacciones o implantes completos.

No llevarán una vida normal, pero sí una vida más sencilla a la vez que contribuyen a aumentar mi capital; a la larga, será más rentable para mí que vender prótesis resistentes a precios altos—.

—No, no creo que eso sea ético —él estaba preocupado.

—Gracias por tus ideas, me has ayudado con esto.

—No me siento feliz por eso.

—Ahora la siguiente prueba —lo ignoré, mi decisión ya estaba tomada—. Párate justo detrás de esa línea amarilla.

Señalé su costado y con un suspiro al entender que no cambiaría de opinión, él se movió a su derecha.

—¿Aquí?

Asentí e hice sonar mis dedos, a lo que Sally se acercó a mí con una bandeja de la cual saqué una pistola antes de apuntarla a Bate.

—Espera ¿qué haces? —y disparé.

Él había apartado la mirada y cerró los ojos con fuerza para abrirlos al ver que no pasó nada. Frente a él, una barrera de energía terminaba de chisporrotear y las balas habían caído al suelo.

—¿Qué mierda?

—Genial ¿no? —di varios disparos que también se perdieron en la barrera y él se encogió de nuevo.

—¡¿Quieres dejar de hacer eso y decirme que pretendes?!

—Le quitas lo divertido a la vida —regañé y tomé de mi inventario una placa del tamaño de una mano—. Esto es lo que pasa.

Él intentó acercarse a ver y... Chocó con la barrera de energía que tenía en frente, pues no era visible a menos que algo la tocara.

—Pero rodeala, animal.

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora