Emisaria De La Diosa Del Mal 2

Distracción

Autor.

¡Banzai!

Este capítulo es traído a ustedes gracias a la colaboración de @MarVal, agradezcanle, qué honestamente me había bloqueado un poco con esta historia, pero ya está de vuelta.

¡Besitos y disfruten!

Despierto, mi noche fue de lo más agradable, más de lo que había sido en mucho tiempo.

Quisiera dormir un poco más, pero un movimiento ligero y constante entre las sábanas me mantiene despierta, así que abro los ojos, topandome con el tierno rostro de Eris dormida frente a mí, muy cerca.

Las sábanas han caído bajo su cintura, casi al final de su cadera, revelando su hermosa figura, la ligera y elegante curvatura en su torso, su fuerte brazo cayendo por delante y sus preciosos picos púrpureos al final de sus pechos.

Luce tan linda; me relamo los labios, observo su cuerpo, su expresión, ¿debería tocar?

No puedo evitarlo, tengo que, podría no tener otra oportunidad, así que levanto mi mano, la acerco a ella, extiendo mi dedo y comienzo a picar su suave y tersa mejilla.

Es tan agradable.

—Rika... ¿qué haces? —pregunta abriendo sus ojos dorados.

—Te manoseo —me encojo de hombros y aprieto.

—¡Ya! —me aparta y se sienta sobre la cama—. Sabes que no me gusta que toquen mi cara.

—Es que tus mejillas son muy suaves.

—Por eso no me gusta.

Acerco otra vez mi dedo y lo aparto cuando ella tira una mordida. No me dará otra oportunidad en un rato.

—Como sea, ya es tarde —Eris se levanta, mostrando su precioso y fuerte cuerpo desnudo mientras se estira.

—Habías despertado hace un tiempo, ¿no?

Sus mejillas adquieren casi enseguida un tono colorado.

—No sé de qué me hablas.

—¿Cuanto tiempo llevamos de conocernos? —cuestioné aún recostada, jugueteando con las ondulaciones de las sábanas sobre la cama—. Es una hora más tarde de lo habitual.

—Sólo pensé que te sentirías triste si despertabas y no estaba, es tu culpa por estar tan sensible últimamente.

Quedo en silencio unos segundos.

¿Sensible? ¿yo?

Por supuesto que no, soy una piedra.

Me levanto de la cama, me acerco a ella por la espalda y recargo mi cabeza en su nuca.

—Gracias —pero puedo dejarlo pasar esta vez, me siento muy tranquila como no he estado en un rato.

Eris suspira.

—¿Tanto te cuesta dar un abrazo? —se gira y me toma de los hombros, me rodea con sus brazos, una de sus manos termina en mi espalda y la otra en mi cabeza.

—No es que lo quisiera...

—Lo que diga usted, señorita Emisaria —no me suelta y mis brazos también terminan en su espalda.

Su cuerpo es mucho más frío de lo que esperaría de un demonio y cuando me doy cuenta, su cola rodea mi cintura, es un abrazo bastante más completo de lo normal.

—Rika... —algo parece llamar su atención—. ¿Por qué estamos desnudas? recuerdo claramente que ambas teníamos bragas.

—Te prendiste en llamas durante la noche y se quemaron, yo... me quité las mías.