Caridad

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Mi cuarto se ilumina, la luz entra por el ventanal y despierto una hora después, no necesito alarma ni ser despertada en algún horario, soy mi propia jefa y si lo deseo podría dormir todo el día incluso, aun así, tengo cosas que hacer y actividades que no puedo posponer.

Me estiro sobre la cama con la vista pesada, la boca seca y mi cuerpo aún medio dormido. Con mis pies voy jalando las sábanas, empujandolas hacia abajo y descubriendo mi cuerpo.

Una ligera sensación de humedad en las sábanas me rosa los muslos y desconcertada, llevo las manos hacia abajo.

Aprieto, provocando un espasmo en mi cuerpo. Es extraño, sé que pasé mucho tiempo sin sexo, pero desde aquella vez, amanezco algo más mojada que de costumbre, más sensible; sé que siempre estoy ligeramente excitada debido a las habilidades que me dio Rose, pero este flujo... es como si mi cuerpo me lo exigiera.

Aunque no estoy segura, tendría que preguntar a una chica... o podría masturbarme y acabar con el problema, aunque en realidad eso me hace sentir sola.

Aún así trato, aprieto mis pezones, se siente bien, pero no es como espero, suspiro y me levanto, voy a la ducha y me baño con agua tan fría que levanta una ligera cortina de aire blanco y brisa.

Todo en mi piel se contrae debido al frío y salgo del baño más limpia y calmada, me recuesto sobre la cama, mirando un rato al vacío, con los ojos apuntando al techo mientras pienso en mi trayectoria hasta ahora, mi plan ya empezó.

Muchas cosas pasarán, todo va saliendo como quiero y aún así no puedo evitar sentirme tan sola, tal vez necesito algo de calor, compañía... este vacío no se va.

Podría solo tener sexo para dormir con alguien a mi lado, suele ser el trato... pensaré en eso después, estoy a punto de tener que levantarme.

La puerta de mi recamara es abierta y Milly entra, quedando estática ante mi cuerpo desnudo.

—Lo siento, señorita Rika... regresaré después —da la vuelta y la detengo con algunas palabras.

—Tranquila, yo te dije que entraras sin tocar si es necesario, no es como si no me hubieras visto muchas veces ya o como si realmente me importara, ¿qué sucede?

—Su cita de las doce, se supone que vea a los héroes en media hora.

—Así que son las once treinta... dormí bastante.

—También me preocupa eso —se adelanta ante mi comentario y se dirige a mi closet.

—Últimamente duerme mucho, ¿se siente bien? ¿quiere que consiga a un doctor?

—Estoy bien, solo me falta motivación —en toda la conversación, no la he volteado a ver, mi vista sigue en el techo y solo sé lo que hace por el ruido y el movimiento que percibo con mi visión periférica—. Además, estoy más allá de ser ayudada por cualquier doctor... quizá enloquecí un poco.

—No diga eso, usted es una increíble persona.

—Tonterías.

—Solo necesita convivir más con otras personas, yo creo en usted —ella se acerca con dos conjuntos coordinados de ropa interior.

—Solo lo dices porque te pago y te doy techo.

—El que haga eso solo me da la razón, nadie, ni siquiera los héroes se han prestado para ayudar a dos niños abandonados como usted lo hizo; cuando mucho nos habrían rescatado y dejado al estado.

—Solo necesitaba un asistente —me excuso y ella me jala de la mano, forzandome a sentar. Finalmente la veo a los ojos, su mirada expresa seriedad y confianza.

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora