—De nuevo... Si no tienes motivos para ser Malvada, tal vez deberías dejar de serlo —llevábamos toda la noche hablando y Limerence parecía cansada. No entendía que para mí, ser malvada era tan importante como mi ser, era parte de mi escencia.
—De nuevo, me gusta ser malvada, pero me gustaría tener razones para serlo.
—¿Por qué necesitas razones?
—... —su pregunta era muy lógica y me hizo pensar—. Tienes razón, no necesito razones.
—Eso es lo que...
—Puedo ser malvada y ya.
—No, no es a lo que me refe... —trató de disuadirme, pero yo no estaba escuchando.
—Mi problema es que me esfuerzo mucho; busco justificarme y racionalizo, pero puedo simplemente ser malvada porque es un placer orgasmico ver sufrir a los demás, ver que mis planes se cumplan y arrancar las esperanzas de victoria de mis contrincantes.
Limerence suspiró.
—¿Estás consciente de que tú y yo somos enemigas? Aún así veniste a mí buscando consejo; no sé porque te estoy ayudando.
—¿Porque lo dicta tu Diosa?
—... Volvamos al tema del amor ¿quieres?
Asentí.
—¿Te amas a ti misma?
—No, no puedo, no sé como; tampoco sé cómo perdonarme y eso es una mierda.
—Tranquila —sonrió—. Es un proceso muy largo y tú ya adelantaste la mitad al admitir que no te amas a ti misma; la mayoría de la gente tarda años en ello o sólo lo hacen cuando tocan fondo. Estás a tiempo de prevenir una gran desgracia.
—¡Pero yo no soy como la mayoría de la gente!
—Créeme, lo sé —reconoció girando los ojos con ironía ante mi desespero.
—¿Qué debería hacer?
—Has cosas que te gustan, pasa tiempo con los que te quieren y procura su felicidad y deberías encontrar la solución.
—¡¿Debería?! ¡¿Esa es tu respuesta?! —cuestioné molesta—. ¿No se supone que eres una sabelotodo del amor?
—Escucha, cada persona ama distinto y cada persona se ama de distinta forma —indicó despacio, como si yo fuera una idiota—. Toma de ejemplo a un masoquista; una persona normal te dirá que alguien que se ama jamás permitiría que le golpeen, pero a un masoquista, eso le da placer y al buscar el placer, significa que se tiene al menos algo de amor propio.
En tu caso, como ya dijimos, buscas placer, pero reniegas de ello, temes parecer vulnerable; te aterra la idea de que alguien tome control sobre tí y por ello siempre estás tratando de reprimir tus emociones.
Ahora, no sé que pasó, pero algo las despertó y en lugar de aceptarlas, intentas volver a enterrarlas en el hoyo del que salieron.
Después de años de emociones reprimidas ¿crees que sería tan fácil volver a esconder todo lo acumulado?
Créeme, corazón, si salieron, es porque ya no podían estar allí más tiempo; desbordaste el balde —concluyó finalmente.
Escuché en silencio mientras ella hablaba. No podía aceptar todo, pero tampoco tenía forma de contradecirla; esto de sentir era demasiado complicado.
—Lo hablamos toda la noche, pero mi consejo sigue siendo el mismo; pasa tiempo con los que te quieren, deja de buscar aventuras estresantes por un tiempo y dedícate a ti misma; aléjate de las personas dañinas y trata de no reprimirte con aquellos que sabes que te aceptarán.
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Emisaria De La Diosa Del Mal 2
FantasiContinuación desde el episodio 74 de la historia original.