Rezagados

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-Wooo, que tétrico.

Nos encontrábamos fuera de la ciudad y el ambiente era totalmente diferente al interior.

-Rika, eso asusta.

Un panorama desolado con máquinas gigantes escarbando la tierra y vigilando desde el cielo entre los escombros de la antigua ciudad a unos kilómetros de aquí.

Un escenario digno de Terminator. Lugar de muerte, tierra de nadie; ahora el mundo no parecía tan perfecto.

-Je, yo doy más miedo -me reí avanzando tranquilamente mientras Jazmín me seguía llevando un bonito traje de conejita de cabaret y una máscara gris que cubría su boca, la cual, por cierto, fue dejada por uno de los robots que destruí.

No tenía todas las funciones que la máscara de Metri, pero servía para ocultar su identidad de las máquinas, ya que ahora su apariencia estaba registrada y probablemente era conocida como la pervertida exhibicionista que apareció en varios lugares de la ciudad.

—Alto —un oficial con un poderoso brazo robotico nos detuvo tras alejarnos un poco de la prospera ciudad de Sunshine.

—¿Qué sucede? —pregunté.

—Está prohibido que los ciudadanos salgan de la ciudad por su cuenta.

—Ohh, somos caza recompensas en una misión —mostré mi placa y el oficial reveló un mal gesto.

Los oficiales y los caza recompensas no se llevaban bien por cuestiones de trabajo.

—Tendré que revisarlas.

—Ella no puede ocultar nada en ese traje y yo tengo permiso de portar algún arma.

—Debo asegurar que no introduzcan objetos extraños en la ciudad.

—Entonces lo apropiado sería revisarnos de regreso.

Ante mi respuesta, el oficial se hizo a un lado.

—No tienten su suerte.

—Tu tampoco —respondí mientras avanzaba.

—¿Qué?

Me seguí sin contestar.

Media hora más tarde, yo ya había retomado mi apariencia original y comenzamos a pisar la ciudad mientras yo enserio deseaba una motocicleta como las que vi en aquel aparador; nos habría ahorrado mucho tiempo.

—Rika —Jazmín también tenía sus quejas—. Me gusta lucir estos trajes para ti, pero es difícil caminar entre los escombros con tacones.

—Quitatelos —me encogí de hombros.

—Pero romperé mis medias.

Yo usaba un outfit gótico con una falda de vuelo negra, medias largas, hombliguera y botas negras, por lo cual no sentía la molestia que el paisaje requiere, pero Jazmín...

—No importa, te compraré más.

—Gracias —y me entregó sus tacones.

Continuamos nuestro camino, con Jazz frecuentemente acomodando su traje, pues entre tantos saltos y sacudidas, sus generosos pechos se salían por el escote.

—¿Qué venimos a buscar?

—Hay recompensas por encontrar personas o materiales extraños; pero yo busco otra cosa —respondí—. Un lugar grande lejos del monitoreo de Nintend@ donde poder relajarme y establecer una base.

—¿No regresaremos con silick?

—Por supuesto, pero será bueno tener un lugar a donde ir si es necesario huir de la ciudad; honestamente, estoy harta de no tener un lugar dónde pueda cogerte a gusto.

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora