Autor.
Nuevo capítulo!
Banzai!
Uno trata de generar stock, pero es difícil.
Agradezcan a maker-00
Banzai!
Es algo corto, pero espero que lo disfruten, bebés.
Un gran monstruo marino derrotado, flotando en medio del agua. Su cabeza humanoide, carente de rasgos más allá de la gran boca repleta de colmillos, se encuentra inerte, tiesa pese a las corrientes marinas.
Podría haberse tragado a una sirena de un bocado, pero le faltó inteligencia. Sus brazos, tan largos como para bajar más allá de donde irían sus rodillas si no tuviera esas enormes aletas palmeadas, estan tan destrozados como estas mismas, repletos de agujeros, con fragmentos de hueso saliendo de la piel. Su torso, por otro lado, tiene un gran cráter en medio de las costillas.
Ya no hay vida en el gigante marino.
Los soldados se dejan flotar exhaustos, esperando que ya su tortura termine.
—Mi diosa —cubierta de sangre y tinta, Marala se me acerca, tan agotada como ellos—. Ya fue todo, ¿verdad?
Reviso su estado.
[Marala.
Obispo de Rose.
Lvl 40...]
—Es todo por hoy —difícilmente alguien podría derribar su barrera ahora.
—Gracias —suspira de alivio y los soldados que observan, imitan su gesto.
—Pero tú aún no descansarás, tienes cosas que mostrarme.
Asiente.
—Lo que sea por dejar de pelear con estas cosas.
—¿No querrás decir "lo que sea por usted, mi diosa"?
—También eso... perdón...
Finalmente entiende lo que es trabajar bajo presión... irónico para alguien que vive en el fondo marino.
—Lo permito.
—Por cierto... ¿será posible que tenga algo para cubrirme? —cuestiona señalando sus lindos pechos—. Es incómodo que se me ensucien tanto... y que las cosas en la corriente rocen con ellos al nadar.
—Claro —reviso mi inventario; compré varias cosas en la tienda, algunas cuando las niñas no miraban.
Saco un sostén de estrellas de mar qué Marala mira con curiosidad.
—¿Sucede algo?
—¡Nada! —se apresura a ponérselo, pero rápidamente pone una cara extraña—. Ah... están lamiendo mis...
Creo que era un artefacto vivo.
—Se siente como si... —no puede evitar dar un gran gemido.
—¿No lo quieres?
—No, no, ¡SÍ! —parece que le cuesta pensar; tal vez debí darle uno de mis sostenes—. Yo aceptaré cualquier ¡cosa! que usted me de, mi ¡diosa!
—Muy bien —palmeo su hombro—. Pensé que te provocaba molestias y te lo iba a cambiar.
—¿Eh?
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Emisaria De La Diosa Del Mal 2
FantasíaContinuación desde el episodio 74 de la historia original.