El Panteón De Los Dioses

418 79 102
                                    

—¿Rose? ¿Qué clase de enfermo juego sexual es esto?

La gigante Rose me miraba divertida mientras yo preguntaba.

—Rika, por mucho que me divierta la idea de tenerte nadando entre mis piernas, no es la razón de que estés aquí.

—¿Entonces no me harás ninguna perversión?

—No hoy... desafortunadamente.

—Que alegría; honestamente estoy algo cansada de eso ¿Qué sucede?

—Veo que la Diosa Rose ni siquiera puede conseguir que sus mortales la respeten —me giré hacia la voz engreída que escuché y vi a un hombre de piel roja aparecer del otro lado de la mesa.

—Hola rojo —saludó Rose—. Veo que aún conservas ese look de prepusio sobre estimulado.

—Jajaja, prepusio —una voz cantarina se escuchó también y una mujer de cabello rubio y muy alborotado, apareció—. Eso fue muy... Muy bueno.

—Epic, es un gusto verte —Rose estaba más animada ahora—. ¿Los años te han tratado bien?

—Ho... Hola Rosie... —la mujer parecía incómoda—. Me alegra ver que... Bueno... Que sigues bien.

—Fue difícil y hasta hace poco creí que moriría.

—Yo lo... Lo siento.

—Y aquí está la Diosa del caos olvidado su lugar ¿tenemos que recordarte por quienes sigues viva? —en ésta ocasión, apareció un hombre negro en una bata blanca.

Por lo que entendí, todos aquí eran dioses y curiosamente, cada uno tenía una silueta oscurecida entre sus manos.

—Lamentable; has causado un sin fin de calamidades, roto innumerables reglas y te atreves a presentarte frente a nosotros —ahora fue el turno de un hombre delgado de cabello oscuro y rizado de apariencia joven.

—Apolo ¿cuanto tiempo? ¿Recuerdas cuando me recostaba en tus piernas para escucharte cantar? —preguntó Rose con voz nostálgica y aquel dios desvió la mirada—. Yo no lo olvidó; incluso creaste un mundo para mí... Para nosotros ¿aún lo conservas?

—Por supuesto que no.

—Que lastima —ahora mi Diosa mostraba una sonrisa apagada.

—Y la cualquiera cree que alguien puede amarla, que ridiculez —expresó otra Diosa que iba llegando.

—Hola, Dita.

—No me hables con tanta familiaridad; no te lo mereces.

—¿Por qué no sólo moriste? ¿No entiendes que nadie te quiere aquí? —y un siguiente Dios, de apariencia esquelética y con huesos pintados en su cuerpo, apareció.

—Orus... —mencionó Rose con voz seca.

—La muerte es algo muy exagerado ¿Podría volver a servir a nuestra causa ahora que está aquí? —otro dios, pero este era un esqueleto de dos metros pintado de varios colores con un penacho en la cabeza.

—Mictli —Rose se animó de nuevo.

—Rosie —el segundo dios que también le hablaba con familiaridad.

—¿Trabajar para nuestra causa? Esta Diosa no se merece tal honor —Un hombre apuesto de piel azul llegó—. Ya cumplió su propósito y fue desechada; simplemente es un trozo de salmuera negandose a abandonar nuestros estómagos.

—Hola Neptu, tan encantador como siempre.

A medida que los dioses llegaban, Rose dedicaba un saludo o unas palabras a ellos.

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora